De nuevo he vuelto al teatro, uno de los lugares más seguros que pueden existir, más exactamente, al Teatro de la Comedia, uno de los más bonitos de Madrid. He visto, interpretado por la Compañía Nacional de Teatro Clásico, "El príncipe Constante" de Calderón de la Barca.
Es una obra poco conocida del autor, escrita cuando era muy joven y que aun no había llegado a su madurez. Madurez que alcanzaría con "La vida es sueño", pero no por eso, esta obra que actualmente está en las tablas de de la Comedia, es menos interesante.
Lo que en ella cuenta Calderón es la lucha, que entre los años 1437 y 1443, los portugueses y los moros mantuvieron para conseguir, cada uno para su reino, la parte norte de África, más concretamente se habla de Ceuta . En una de esas escaramuzas, cae prisionero el Infante Fernando, que sólo será puesto en libertad cuando al rey musulmán le sea entregado Ceuta. Este Infante, se niega en todo momento a que eso ocurra, anteponiendo su fe cristiana y su amor al rey a cualquier otra situación. Finalmente muere en cautiverio.
La dirección es sobria, tal y como exige la obra, Xabier Albertí no da excesivo movimiento a los personajes, no hace falta porque la fuerza de esta historia está en la palabra, en los versos que desgranan los actores y actrices. En ellos radica toda la fuerza, porque la escenografía de Lluc Castell es también austera: la arena que representa el desierto y la playa, una pared ocre que lo mismo representa una fría mazmorra, que un bonito patio en un lujoso palacio.
Lluc Castell es también la diseñadora del vestuario. Las vestimentas son modernas, queda correcto porque Calderón no hace distinción entre culturas, y las vestimentas tampoco. Aunque, si se me permite la licencia, deberían diferenciarse un poco más, en ocasiones se pueden confundir.
Voy a destacar el verso, que viene de la mano de Vicente Fuentes. Consigue que el alma de los actores y actrices estén en él, que desde el principio, el oído se adapte a esta forma de hablar que, actualmente, se nos hace tan complicada.Respecto al trabajo de los actores: Jonás Alonso, Íñigo Álvarez de Lara, Beatriz Argüello, Rafa Castejón, José Cobertera, Lara Grube, Lluís Homar, Álvaro de Juan, Marina Mulet, Arturo Querejeta, José Juan Rodríguez, Egoitz Sánchez, José Juan Sevilla y Jorge Varandela están todos perfectos. Dicen sus versos con pasión, trasmitiendo el alma y la vida de sus personajes. Y los músicos, que los acompañan sobre el escenario, dan fuerza y poder a las situaciones que hay que remarcar traspasando con más fuerza las baterias.
Pero permítanme que destaque a dos: Lluis Homar que interpreta al Infante Fernando, en momentos consigue, con la fuerza y magnetismo de su interpretación, que el resto de los personajes se detengan y que sólo tengas tu mirada en el maltrecho Infante. Y, quizás como contrapunto, nos encontramos con Arturo Querejeta, que interpreta al rey moro, mantiene con fuerza el pulso a Homar y nos hacen disfrutar de enfrentamientos dialecticos impresionantes.
Si les gusta el teatro clásico, si quieren conocer un poco mejor a Calderón, tienen la oportunidad de verlos en el Teatro de la Comedia hasta el 10 de abril. Se lo recomiendo como una buena apuesta para pasar la tarde en, lo repito de nuevo, uno de los lugares más seguros: el teatro
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