Hoy, voy hablar de una obra cuyo autor no la pensó para teatro, pero que se ha convertido en un clásico: "Cinco horas con Mario" de Miguel Delibes
En ella Delibes nos habla de Carmen o, mejor dicho, Carmen habla de si misma junto al cadáver de su marido, Mario, catedrático de instituto y considerado un intelectual. Cuenta su relación de pareja, o su mala relación. A través de ésta, Delibes nos muestra la España provinciana de la época, la de los año sesenta, habla también de la falta de comunicación en el matrimonio.
Nos encontramos con una Carmen Sotillo que vela el cadáver de su marido, una Carmen que repasa su vida junto a Mario, y en sus recuerdos, podemos ver su pobre visión de la vida, una sexualidad que nunca disfrutó y el odio que tiene a su esposo porque no lograron pasar de clase media. También conocemos a Mario, un ser egoísta, autista y tímido, un escritor frustrado, machista de aquella época. Delibes, nos muestra una pareja que se encuentra atrapada en una sociedad esclava de si misma, de convencionalismos incapaces de romper.
Centrémonos ahora en la adaptación teatral. La directora fue Josefina Molina, persona que conoce "Cinco horas con Mario" como si fuese su casa, por lo que la dirección es perfecta, rayando lo magnífico.
Pero Lola Herrera, no rayó la perfección, lo fue. Consiguió que su Carmen, a la que interpreta con unos matices que sólo una gran dama del teatro puede alcanzar, nos llevara, como si de una montaña rusa se tratase, por la risa y el llanto casi sin darnos un respiro. Su Carmen, llena cada rincón del escenario, con un gesto, con una palabra...y nos llevó al final donde definitivamente nuestro corazón se encogió.
Lean el libro, vean la obra si tienen la oportunidad pero, por favor, no dejen de empaparse de este Delibes. Conocerán una España, que nos toca un poco de lejos, una época que ahora a las mujeres nos parece imposible, y que muchas lucharon por cambiar. Leedlo y dadles las gracias a esas mujeres
domingo, 26 de noviembre de 2017
sábado, 11 de noviembre de 2017
DE EL TEATRO NO ES GRATIS
El otro día leí un Twit a María Casal, gran actriz, que decía "repitan conmigo: el teatro no es gratis"
Tengo que reconocer, que al principio, me chocó un poco, quizás porque nunca pensé que el teatro lo fuera o debiera serlo.
Siempre he sabido, que detrás de los que se suben al escenario hay mucha gente. Gente que vive de ello, y que aunque no veamos, si sentimos en el resultado final: sastras, carpinteros, electricistas, acomodadores... productor, ayudante de dirección, dirección, autores...y por supuesto los que finalmente dan la cara. Todos viven de su trabajo.
Una vez escuché decir a, una maravillosa actriz, Emma Penella, que los actores también pagaban facturas y que necesitaban trabajar, que por eso, no hacían siempre esos grandes papeles, a veces tenían que hacer los que les permitiesen vivir.
Yo lo tengo claro, pero me he dado cuenta que hay personas que no. Comenté la frase con algunos conocidos mientras paseaba a Luigi, y alguien me contestó "por supuesto la cultura ha de ser gratis" "¿Por qué?" "Porque es un derecho". Creo que al utilizar el término derecho se llenó de el.
"¿Tú sales por las noches de juerga o a cenar?" Pregunté "claro, después de toda la semana currando tengo derecho, me lo he ganado" "es verdad, tienes derecho a divertirte, entonces la cena y copas son gratis ¿No?" Se quedó todo serio y me dice "hombre, pues no, esa gente ha puesto un dinero y lo tendrá que recuperar"
Este concepto, que se entiende en cualquier otro sitio que no es un teatro, debe ser aplicado en el.
Hay gente que arriesga su dinero, que contrata como cualquier empresario y que debe recuperar su inversión, como en todas partes, con mayor o menor fortuna.
Otra cosa son las subvenciones por parte de las administraciones, que desgraciadamente no se dan en exceso, y que permiten abaratar para los espectadores, y de esa forma, lograr que más gente vaya y conozca o disfrute con el teatro.
Pero repitan conmigo: el teatro no es gratis, es necesario, pero no gratis.
PD: creo que lo convencí un poco
Tengo que reconocer, que al principio, me chocó un poco, quizás porque nunca pensé que el teatro lo fuera o debiera serlo.
Siempre he sabido, que detrás de los que se suben al escenario hay mucha gente. Gente que vive de ello, y que aunque no veamos, si sentimos en el resultado final: sastras, carpinteros, electricistas, acomodadores... productor, ayudante de dirección, dirección, autores...y por supuesto los que finalmente dan la cara. Todos viven de su trabajo.
Una vez escuché decir a, una maravillosa actriz, Emma Penella, que los actores también pagaban facturas y que necesitaban trabajar, que por eso, no hacían siempre esos grandes papeles, a veces tenían que hacer los que les permitiesen vivir.
Yo lo tengo claro, pero me he dado cuenta que hay personas que no. Comenté la frase con algunos conocidos mientras paseaba a Luigi, y alguien me contestó "por supuesto la cultura ha de ser gratis" "¿Por qué?" "Porque es un derecho". Creo que al utilizar el término derecho se llenó de el.
"¿Tú sales por las noches de juerga o a cenar?" Pregunté "claro, después de toda la semana currando tengo derecho, me lo he ganado" "es verdad, tienes derecho a divertirte, entonces la cena y copas son gratis ¿No?" Se quedó todo serio y me dice "hombre, pues no, esa gente ha puesto un dinero y lo tendrá que recuperar"
Este concepto, que se entiende en cualquier otro sitio que no es un teatro, debe ser aplicado en el.
Hay gente que arriesga su dinero, que contrata como cualquier empresario y que debe recuperar su inversión, como en todas partes, con mayor o menor fortuna.
Otra cosa son las subvenciones por parte de las administraciones, que desgraciadamente no se dan en exceso, y que permiten abaratar para los espectadores, y de esa forma, lograr que más gente vaya y conozca o disfrute con el teatro.
Pero repitan conmigo: el teatro no es gratis, es necesario, pero no gratis.
PD: creo que lo convencí un poco
viernes, 3 de noviembre de 2017
DE EVOLUCIONES
Tengo que decir, que el llevar tanto años viendo teatro, a pesar de mi juventud son muchos, da cierta sabiduría en el conocimiento interpretativo de algunos actores y actrices.
Para que me entiendan, lo que quiero decir es que he visto como muchos de nuestro interpretes evolucionaban, como iban madurando en sus actuaciones o, en pocos casos, podía desilusionarme su paso de la pantalla a las tablas. Por supuesto, también, se han dado caso a la inversa, que al verlos sobre el escenario mi sorpresa ha sido grata.
Voy a poner, si me lo permiten, diferentes ejemplos, pero como si de una adivinanza se tratara sus nombres serán dichos al final:
Ejemplo 1: quién siempre ha sido perfecta
A ella comencé a verla en películas en blanco y negro. Con papeles bonitos pero no principales. Pero su naturalidad me resultaba fascinante. Por lo que mis padres y mi tía me cuentan, su bagaje en televisión también es importante, aunque yo por edad tan sólo he podido ver retazos de ese trabajo, pero la sensación es la misma, auténtica admiración. Añado que ha hecho una serie hace tiempo, y que mi sobrina, cuando yo hablaba de su trabajo, me decía "es que lo hace tan bien, es tan cuqui" con rendida admiración.
Cuando finalmente la vi sobre un escenario, no era naturalidad, era... como si ella estuviese hablando en el salón de su casa, da igual con quien. No sentías que estaba interpretando, lo hacía todo sin esfuerzo alguno. Ver como se movía por el escenario era una auténtica maravilla. Jamás me decepcionó, ni una sola de las veces que la vi como por ejemplo en "El jardín de los cerezos"de Chejov "Siempre en otoño" de Santiago Moncada o "Petra Regalada" de Gala.
Hablo sin lugar a dudas de Julia Gutierrez Caba
Ejemplo 2: de ser bueno a ser excelente
Este ejemplo fue, quizás, de los primeros que mis ojos vieron sobre un escenario, no el primero que fue un grande, Fernando Delgado, pero si de los primeros. Él era un joven con talento, con mucho talento, pero que se veía que podía crecer aún mucho, y ya era muy bueno.
Pues a la vez que yo iba creciendo intelectual y físicamente, este actor evolucionó a la perfección, al conocimiento total del teatro, a ser capaz de llegar y llevar a los espectadores donde él quiere. Ya he hablado de él en diferentes entradas porque lo he visto en muchas obras, pero principalmente cuando me referí a "Héroes", hablo de Juan Gea,
Ejemplo 3: de quién no esperas una cierta desilusión.
Este actor me maravilló desde la primera vez que le vi, casi siempre, en el cine. Su facilidad para realizar cualquier papel, y cuando digo cualquier papel digo bien, es bastante difícil de explicar, un ejemplo es la película "Un hombre llamado Flor de Otoño".
Por eso quizás mi desilusión cuando por primera vez lo vi sobre el escenario. El papel era maravilloso, lo que podemos llamar "un caramelito en dulce" pero, siempre en mi opinión, no lo supo aprovechar, era nada más y nada menos que el protagonista de "La muerte de un viajante". Si es cierto que posteriormente lo he visto más veces y que me ha gustado, que he logrado ver al José Sacristán que me esperaba, pero, también, reconozco que siempre recuerdo la desilusión, a veces las primeras impresiones son importantes aunque por supuesto corregibles.
Hay muchos ejemplos más, pero no quiero alargarme. Deben ir al teatro, crear sus propias impresiones, discutir las mías...pero vayan, porque lo que sentirán realmente no sé puede contar
Para que me entiendan, lo que quiero decir es que he visto como muchos de nuestro interpretes evolucionaban, como iban madurando en sus actuaciones o, en pocos casos, podía desilusionarme su paso de la pantalla a las tablas. Por supuesto, también, se han dado caso a la inversa, que al verlos sobre el escenario mi sorpresa ha sido grata.
Voy a poner, si me lo permiten, diferentes ejemplos, pero como si de una adivinanza se tratara sus nombres serán dichos al final:
Ejemplo 1: quién siempre ha sido perfecta
A ella comencé a verla en películas en blanco y negro. Con papeles bonitos pero no principales. Pero su naturalidad me resultaba fascinante. Por lo que mis padres y mi tía me cuentan, su bagaje en televisión también es importante, aunque yo por edad tan sólo he podido ver retazos de ese trabajo, pero la sensación es la misma, auténtica admiración. Añado que ha hecho una serie hace tiempo, y que mi sobrina, cuando yo hablaba de su trabajo, me decía "es que lo hace tan bien, es tan cuqui" con rendida admiración.
Cuando finalmente la vi sobre un escenario, no era naturalidad, era... como si ella estuviese hablando en el salón de su casa, da igual con quien. No sentías que estaba interpretando, lo hacía todo sin esfuerzo alguno. Ver como se movía por el escenario era una auténtica maravilla. Jamás me decepcionó, ni una sola de las veces que la vi como por ejemplo en "El jardín de los cerezos"de Chejov "Siempre en otoño" de Santiago Moncada o "Petra Regalada" de Gala.
Hablo sin lugar a dudas de Julia Gutierrez Caba
Ejemplo 2: de ser bueno a ser excelente
Este ejemplo fue, quizás, de los primeros que mis ojos vieron sobre un escenario, no el primero que fue un grande, Fernando Delgado, pero si de los primeros. Él era un joven con talento, con mucho talento, pero que se veía que podía crecer aún mucho, y ya era muy bueno.
Pues a la vez que yo iba creciendo intelectual y físicamente, este actor evolucionó a la perfección, al conocimiento total del teatro, a ser capaz de llegar y llevar a los espectadores donde él quiere. Ya he hablado de él en diferentes entradas porque lo he visto en muchas obras, pero principalmente cuando me referí a "Héroes", hablo de Juan Gea,
Ejemplo 3: de quién no esperas una cierta desilusión.
Este actor me maravilló desde la primera vez que le vi, casi siempre, en el cine. Su facilidad para realizar cualquier papel, y cuando digo cualquier papel digo bien, es bastante difícil de explicar, un ejemplo es la película "Un hombre llamado Flor de Otoño".
Por eso quizás mi desilusión cuando por primera vez lo vi sobre el escenario. El papel era maravilloso, lo que podemos llamar "un caramelito en dulce" pero, siempre en mi opinión, no lo supo aprovechar, era nada más y nada menos que el protagonista de "La muerte de un viajante". Si es cierto que posteriormente lo he visto más veces y que me ha gustado, que he logrado ver al José Sacristán que me esperaba, pero, también, reconozco que siempre recuerdo la desilusión, a veces las primeras impresiones son importantes aunque por supuesto corregibles.
Hay muchos ejemplos más, pero no quiero alargarme. Deben ir al teatro, crear sus propias impresiones, discutir las mías...pero vayan, porque lo que sentirán realmente no sé puede contar
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