martes, 19 de septiembre de 2017

DE ESPECTADORES

En estas entradas he hablado de autores, actores, actrices y directores, pero nunca me he centrado en otro componente fundamental para que la magia del teatro tome forma y se represente: los espectadores. Sin ellos, sin nosotros, nada existiría.

Algunos pensarán que se puede representar sin que los espectadores habiten las butacas,  pero no creo, que los que se suben a las tablas, de una forma u otra, piensen lo mismo. Ellos también notan la presencia o la falta de esta, esperan sus respuestas, e incluso, acomodan, a veces, el ritmo de la obra a ese sentimiento que les llega desde el otro lado de la cuarta pared.

Si bien es cierto que he hablado de mi como espectadora y de cómo me sentía ante un montaje, también es cierto, que no lo he hecho de aquellas personas que me rodean en las butacas, personas que pueden sentir lo mismo que yo o no.

Voy a destacar dos tipos que son los que quizás me llamen más la atención.

El primero lo encontramos sobre todo en la comedia, el que se se ríe de forma muy estridente, que causa muchas veces que sus compañeros de butaca aún rían más. Pero que llega a su punto más alto en el momento que habla con los actores y actrices, que responde a los personajes. Al principio, yo pensaba que les debía molestar mucho, pero ahora creo que puede ser una forma de halago, quizás un poco primitiva, pero no falta de admiración. Añado, qué en los dramas su dolor se demuestra a los mismo decibelios. Suelen, al término del espectáculo, salir felices y dispuestos a repetir.

Hay un segundo grupo, que son el extremo opuesto. No muestran sentimientos durante la obra, si es un drama casi ni mueven el gesto y si es comedia puedes ver una leve sonrisa en su cara. Los aplausos se dan, pero no con entusiasmo.
Cuando los ves piensas "no les ha gustado" y en ocasiones será así, pero otras, sorpresivamente, les ha encantado, salen entusiasmados y diciendo frases como "me ha emocionado mucho" o "no he podido parar de reír".

Entre medias hay muchos más tipos, cada uno de los que vamos al teatro somos únicos e irrepetibles en nuestra forma de vivirlo, pero yo creo que lo que somos cuando vamos a un espectáculo es colectivamente únicos.