Hoy, voy hablar de una obra cuyo autor no la pensó para teatro, pero que se ha convertido en un clásico: "Cinco horas con Mario" de Miguel Delibes
En ella Delibes nos habla de Carmen o, mejor dicho, Carmen habla de si misma junto al cadáver de su marido, Mario, catedrático de instituto y considerado un intelectual. Cuenta su relación de pareja, o su mala relación. A través de ésta, Delibes nos muestra la España provinciana de la época, la de los año sesenta, habla también de la falta de comunicación en el matrimonio.
Nos encontramos con una Carmen Sotillo que vela el cadáver de su marido, una Carmen que repasa su vida junto a Mario, y en sus recuerdos, podemos ver su pobre visión de la vida, una sexualidad que nunca disfrutó y el odio que tiene a su esposo porque no lograron pasar de clase media. También conocemos a Mario, un ser egoísta, autista y tímido, un escritor frustrado, machista de aquella época. Delibes, nos muestra una pareja que se encuentra atrapada en una sociedad esclava de si misma, de convencionalismos incapaces de romper.
Centrémonos ahora en la adaptación teatral. La directora fue Josefina Molina, persona que conoce "Cinco horas con Mario" como si fuese su casa, por lo que la dirección es perfecta, rayando lo magnífico.
Pero Lola Herrera, no rayó la perfección, lo fue. Consiguió que su Carmen, a la que interpreta con unos matices que sólo una gran dama del teatro puede alcanzar, nos llevara, como si de una montaña rusa se tratase, por la risa y el llanto casi sin darnos un respiro. Su Carmen, llena cada rincón del escenario, con un gesto, con una palabra...y nos llevó al final donde definitivamente nuestro corazón se encogió.
Lean el libro, vean la obra si tienen la oportunidad pero, por favor, no dejen de empaparse de este Delibes. Conocerán una España, que nos toca un poco de lejos, una época que ahora a las mujeres nos parece imposible, y que muchas lucharon por cambiar. Leedlo y dadles las gracias a esas mujeres
domingo, 26 de noviembre de 2017
sábado, 11 de noviembre de 2017
DE EL TEATRO NO ES GRATIS
El otro día leí un Twit a María Casal, gran actriz, que decía "repitan conmigo: el teatro no es gratis"
Tengo que reconocer, que al principio, me chocó un poco, quizás porque nunca pensé que el teatro lo fuera o debiera serlo.
Siempre he sabido, que detrás de los que se suben al escenario hay mucha gente. Gente que vive de ello, y que aunque no veamos, si sentimos en el resultado final: sastras, carpinteros, electricistas, acomodadores... productor, ayudante de dirección, dirección, autores...y por supuesto los que finalmente dan la cara. Todos viven de su trabajo.
Una vez escuché decir a, una maravillosa actriz, Emma Penella, que los actores también pagaban facturas y que necesitaban trabajar, que por eso, no hacían siempre esos grandes papeles, a veces tenían que hacer los que les permitiesen vivir.
Yo lo tengo claro, pero me he dado cuenta que hay personas que no. Comenté la frase con algunos conocidos mientras paseaba a Luigi, y alguien me contestó "por supuesto la cultura ha de ser gratis" "¿Por qué?" "Porque es un derecho". Creo que al utilizar el término derecho se llenó de el.
"¿Tú sales por las noches de juerga o a cenar?" Pregunté "claro, después de toda la semana currando tengo derecho, me lo he ganado" "es verdad, tienes derecho a divertirte, entonces la cena y copas son gratis ¿No?" Se quedó todo serio y me dice "hombre, pues no, esa gente ha puesto un dinero y lo tendrá que recuperar"
Este concepto, que se entiende en cualquier otro sitio que no es un teatro, debe ser aplicado en el.
Hay gente que arriesga su dinero, que contrata como cualquier empresario y que debe recuperar su inversión, como en todas partes, con mayor o menor fortuna.
Otra cosa son las subvenciones por parte de las administraciones, que desgraciadamente no se dan en exceso, y que permiten abaratar para los espectadores, y de esa forma, lograr que más gente vaya y conozca o disfrute con el teatro.
Pero repitan conmigo: el teatro no es gratis, es necesario, pero no gratis.
PD: creo que lo convencí un poco
Tengo que reconocer, que al principio, me chocó un poco, quizás porque nunca pensé que el teatro lo fuera o debiera serlo.
Siempre he sabido, que detrás de los que se suben al escenario hay mucha gente. Gente que vive de ello, y que aunque no veamos, si sentimos en el resultado final: sastras, carpinteros, electricistas, acomodadores... productor, ayudante de dirección, dirección, autores...y por supuesto los que finalmente dan la cara. Todos viven de su trabajo.
Una vez escuché decir a, una maravillosa actriz, Emma Penella, que los actores también pagaban facturas y que necesitaban trabajar, que por eso, no hacían siempre esos grandes papeles, a veces tenían que hacer los que les permitiesen vivir.
Yo lo tengo claro, pero me he dado cuenta que hay personas que no. Comenté la frase con algunos conocidos mientras paseaba a Luigi, y alguien me contestó "por supuesto la cultura ha de ser gratis" "¿Por qué?" "Porque es un derecho". Creo que al utilizar el término derecho se llenó de el.
"¿Tú sales por las noches de juerga o a cenar?" Pregunté "claro, después de toda la semana currando tengo derecho, me lo he ganado" "es verdad, tienes derecho a divertirte, entonces la cena y copas son gratis ¿No?" Se quedó todo serio y me dice "hombre, pues no, esa gente ha puesto un dinero y lo tendrá que recuperar"
Este concepto, que se entiende en cualquier otro sitio que no es un teatro, debe ser aplicado en el.
Hay gente que arriesga su dinero, que contrata como cualquier empresario y que debe recuperar su inversión, como en todas partes, con mayor o menor fortuna.
Otra cosa son las subvenciones por parte de las administraciones, que desgraciadamente no se dan en exceso, y que permiten abaratar para los espectadores, y de esa forma, lograr que más gente vaya y conozca o disfrute con el teatro.
Pero repitan conmigo: el teatro no es gratis, es necesario, pero no gratis.
PD: creo que lo convencí un poco
viernes, 3 de noviembre de 2017
DE EVOLUCIONES
Tengo que decir, que el llevar tanto años viendo teatro, a pesar de mi juventud son muchos, da cierta sabiduría en el conocimiento interpretativo de algunos actores y actrices.
Para que me entiendan, lo que quiero decir es que he visto como muchos de nuestro interpretes evolucionaban, como iban madurando en sus actuaciones o, en pocos casos, podía desilusionarme su paso de la pantalla a las tablas. Por supuesto, también, se han dado caso a la inversa, que al verlos sobre el escenario mi sorpresa ha sido grata.
Voy a poner, si me lo permiten, diferentes ejemplos, pero como si de una adivinanza se tratara sus nombres serán dichos al final:
Ejemplo 1: quién siempre ha sido perfecta
A ella comencé a verla en películas en blanco y negro. Con papeles bonitos pero no principales. Pero su naturalidad me resultaba fascinante. Por lo que mis padres y mi tía me cuentan, su bagaje en televisión también es importante, aunque yo por edad tan sólo he podido ver retazos de ese trabajo, pero la sensación es la misma, auténtica admiración. Añado que ha hecho una serie hace tiempo, y que mi sobrina, cuando yo hablaba de su trabajo, me decía "es que lo hace tan bien, es tan cuqui" con rendida admiración.
Cuando finalmente la vi sobre un escenario, no era naturalidad, era... como si ella estuviese hablando en el salón de su casa, da igual con quien. No sentías que estaba interpretando, lo hacía todo sin esfuerzo alguno. Ver como se movía por el escenario era una auténtica maravilla. Jamás me decepcionó, ni una sola de las veces que la vi como por ejemplo en "El jardín de los cerezos"de Chejov "Siempre en otoño" de Santiago Moncada o "Petra Regalada" de Gala.
Hablo sin lugar a dudas de Julia Gutierrez Caba
Ejemplo 2: de ser bueno a ser excelente
Este ejemplo fue, quizás, de los primeros que mis ojos vieron sobre un escenario, no el primero que fue un grande, Fernando Delgado, pero si de los primeros. Él era un joven con talento, con mucho talento, pero que se veía que podía crecer aún mucho, y ya era muy bueno.
Pues a la vez que yo iba creciendo intelectual y físicamente, este actor evolucionó a la perfección, al conocimiento total del teatro, a ser capaz de llegar y llevar a los espectadores donde él quiere. Ya he hablado de él en diferentes entradas porque lo he visto en muchas obras, pero principalmente cuando me referí a "Héroes", hablo de Juan Gea,
Ejemplo 3: de quién no esperas una cierta desilusión.
Este actor me maravilló desde la primera vez que le vi, casi siempre, en el cine. Su facilidad para realizar cualquier papel, y cuando digo cualquier papel digo bien, es bastante difícil de explicar, un ejemplo es la película "Un hombre llamado Flor de Otoño".
Por eso quizás mi desilusión cuando por primera vez lo vi sobre el escenario. El papel era maravilloso, lo que podemos llamar "un caramelito en dulce" pero, siempre en mi opinión, no lo supo aprovechar, era nada más y nada menos que el protagonista de "La muerte de un viajante". Si es cierto que posteriormente lo he visto más veces y que me ha gustado, que he logrado ver al José Sacristán que me esperaba, pero, también, reconozco que siempre recuerdo la desilusión, a veces las primeras impresiones son importantes aunque por supuesto corregibles.
Hay muchos ejemplos más, pero no quiero alargarme. Deben ir al teatro, crear sus propias impresiones, discutir las mías...pero vayan, porque lo que sentirán realmente no sé puede contar
Para que me entiendan, lo que quiero decir es que he visto como muchos de nuestro interpretes evolucionaban, como iban madurando en sus actuaciones o, en pocos casos, podía desilusionarme su paso de la pantalla a las tablas. Por supuesto, también, se han dado caso a la inversa, que al verlos sobre el escenario mi sorpresa ha sido grata.
Voy a poner, si me lo permiten, diferentes ejemplos, pero como si de una adivinanza se tratara sus nombres serán dichos al final:
Ejemplo 1: quién siempre ha sido perfecta
A ella comencé a verla en películas en blanco y negro. Con papeles bonitos pero no principales. Pero su naturalidad me resultaba fascinante. Por lo que mis padres y mi tía me cuentan, su bagaje en televisión también es importante, aunque yo por edad tan sólo he podido ver retazos de ese trabajo, pero la sensación es la misma, auténtica admiración. Añado que ha hecho una serie hace tiempo, y que mi sobrina, cuando yo hablaba de su trabajo, me decía "es que lo hace tan bien, es tan cuqui" con rendida admiración.
Cuando finalmente la vi sobre un escenario, no era naturalidad, era... como si ella estuviese hablando en el salón de su casa, da igual con quien. No sentías que estaba interpretando, lo hacía todo sin esfuerzo alguno. Ver como se movía por el escenario era una auténtica maravilla. Jamás me decepcionó, ni una sola de las veces que la vi como por ejemplo en "El jardín de los cerezos"de Chejov "Siempre en otoño" de Santiago Moncada o "Petra Regalada" de Gala.
Hablo sin lugar a dudas de Julia Gutierrez Caba
Ejemplo 2: de ser bueno a ser excelente
Este ejemplo fue, quizás, de los primeros que mis ojos vieron sobre un escenario, no el primero que fue un grande, Fernando Delgado, pero si de los primeros. Él era un joven con talento, con mucho talento, pero que se veía que podía crecer aún mucho, y ya era muy bueno.
Pues a la vez que yo iba creciendo intelectual y físicamente, este actor evolucionó a la perfección, al conocimiento total del teatro, a ser capaz de llegar y llevar a los espectadores donde él quiere. Ya he hablado de él en diferentes entradas porque lo he visto en muchas obras, pero principalmente cuando me referí a "Héroes", hablo de Juan Gea,
Ejemplo 3: de quién no esperas una cierta desilusión.
Este actor me maravilló desde la primera vez que le vi, casi siempre, en el cine. Su facilidad para realizar cualquier papel, y cuando digo cualquier papel digo bien, es bastante difícil de explicar, un ejemplo es la película "Un hombre llamado Flor de Otoño".
Por eso quizás mi desilusión cuando por primera vez lo vi sobre el escenario. El papel era maravilloso, lo que podemos llamar "un caramelito en dulce" pero, siempre en mi opinión, no lo supo aprovechar, era nada más y nada menos que el protagonista de "La muerte de un viajante". Si es cierto que posteriormente lo he visto más veces y que me ha gustado, que he logrado ver al José Sacristán que me esperaba, pero, también, reconozco que siempre recuerdo la desilusión, a veces las primeras impresiones son importantes aunque por supuesto corregibles.
Hay muchos ejemplos más, pero no quiero alargarme. Deben ir al teatro, crear sus propias impresiones, discutir las mías...pero vayan, porque lo que sentirán realmente no sé puede contar
sábado, 28 de octubre de 2017
DE NO HAY CUARTA MALA
Hoy voy aprovechar que he realizado uno de mis ejercicios favorito en el teatro, ver de nuevo una función (en este caso por cuarta vez) y saber si siento lo mismo, o si los de mi alrededor reaccionan de la misma forma. Personas diferentes, viendo la misma obra, nunca se sabe.
Hoy ha sido "La Jaula de grillos", ya os he hablado de ella en alguna entrada anterior.
El argumento es de todos conocido Albín y César, dos personas que comparten amor y vida, y dueños del cabaret que da nombre a la obra, tienen un hijo, Joseán, que se va a casar poniendo el mundo de esta pareja del revés. El resto hay que verla para saberlo.
Hay gente que me pregunta que por qué veo una obra varias veces, "porque nunca vives lo mismo" es mi respuesta. En el cine siempre ves la misma película, y aún así la disfrutas, pues imaginaros en el teatro.
Voy a poner un ejemplo de lo que sucedió en la última representación de la "Jaula" en el teatro Amaya en Madrid. Al
final de la misma y con la complicidad de los actores, un hombre le pidió matrimonio a su otro yo, su otro hombre. Entre nervios, aplausos y risas le dijo que si. Eso fue pura magia y sólo lo puedes vivir en el teatro. O, sin ir más lejos, hoy, que hemos cantado con los músicos antes de comenzar, dejando el espíritu muy alto, ha estado genial.
Sigamos explicando lo bonito de ver un espectáculo varias veces. Yo, en mi primera vez, junto a los espectadores que la vieron conmigo la disfrutamos con grandes carcajadas (todos están maravillosos, desde el primero hasta el último que pisa el escenario o pasea entre las butacas) y alcanzaron un gran momento de emoción cuando Alberto Vázquez canta "Soy lo que soy" ¡Puf! creo que todos nos unimos a él como una sola persona y seguimos su voz por todo el teatro.
Bien pues hoy yo he sentido lo mismo, mi hermana (que lo veía por primera vez) ha sentido lo mismo y los espectadores que habitaban las butacas han sentido lo mismo. Y estoy segura que todo el mundo que tenga la oportunidad de verla ("La Jaula de grillos" sigue abriendo sus puertas por diferentes ciudades ya que están de gira) , sentirán lo mismo.
Añado además que el Auditorio de Colmenar ha estado hasta la bandera, que bonito es ver un teatro, un auditorio lleno, de pie, aplaudiendo a quienes lo han dado todo en el escenario.
Así que si les gusta una obra, nunca dejen de verla varias veces, sentirán lo mismo, reirán o llorarán igual y, sobre todo, verán cada vez una función diferente, vamos que como la vida misma.
PD: para que vean que no miento sobre Alberto Vázquez les dejo un video de su último CD "Recordando Eurovisión"
Hoy ha sido "La Jaula de grillos", ya os he hablado de ella en alguna entrada anterior.
El argumento es de todos conocido Albín y César, dos personas que comparten amor y vida, y dueños del cabaret que da nombre a la obra, tienen un hijo, Joseán, que se va a casar poniendo el mundo de esta pareja del revés. El resto hay que verla para saberlo.
Hay gente que me pregunta que por qué veo una obra varias veces, "porque nunca vives lo mismo" es mi respuesta. En el cine siempre ves la misma película, y aún así la disfrutas, pues imaginaros en el teatro.
Voy a poner un ejemplo de lo que sucedió en la última representación de la "Jaula" en el teatro Amaya en Madrid. Al
final de la misma y con la complicidad de los actores, un hombre le pidió matrimonio a su otro yo, su otro hombre. Entre nervios, aplausos y risas le dijo que si. Eso fue pura magia y sólo lo puedes vivir en el teatro. O, sin ir más lejos, hoy, que hemos cantado con los músicos antes de comenzar, dejando el espíritu muy alto, ha estado genial.
Sigamos explicando lo bonito de ver un espectáculo varias veces. Yo, en mi primera vez, junto a los espectadores que la vieron conmigo la disfrutamos con grandes carcajadas (todos están maravillosos, desde el primero hasta el último que pisa el escenario o pasea entre las butacas) y alcanzaron un gran momento de emoción cuando Alberto Vázquez canta "Soy lo que soy" ¡Puf! creo que todos nos unimos a él como una sola persona y seguimos su voz por todo el teatro.
Bien pues hoy yo he sentido lo mismo, mi hermana (que lo veía por primera vez) ha sentido lo mismo y los espectadores que habitaban las butacas han sentido lo mismo. Y estoy segura que todo el mundo que tenga la oportunidad de verla ("La Jaula de grillos" sigue abriendo sus puertas por diferentes ciudades ya que están de gira) , sentirán lo mismo.
Añado además que el Auditorio de Colmenar ha estado hasta la bandera, que bonito es ver un teatro, un auditorio lleno, de pie, aplaudiendo a quienes lo han dado todo en el escenario.
Así que si les gusta una obra, nunca dejen de verla varias veces, sentirán lo mismo, reirán o llorarán igual y, sobre todo, verán cada vez una función diferente, vamos que como la vida misma.
PD: para que vean que no miento sobre Alberto Vázquez les dejo un video de su último CD "Recordando Eurovisión"
viernes, 20 de octubre de 2017
DE BURUNDANGA
Hoy voy hablar de la obra "Burundanga" de Jordi Galceran.
La fui a ver por recomendación de varias personas y por el buen nombre que tiene su autor en el teatro, y por lo mucho que me gustó "El crédito" del que hablaré.
¿De qué va? Os preguntaréis, sólo daré una pincelada ya que sigue en las tablas del teatro Lara, así que si alguno quiere saber cómo se desarrolla, lo que tiene que hacer es ir al Lara porque la risa está asegurada hasta el 30 de diciembre. Pues no os hago esperar más, allá vamos: Berta es una joven que está embarazada y no sabe cómo se lo puede tomar su novio, no sabe si Manel va a querer al bebé. Silvia, que es su compañera de piso, le ofrece la solución: Burundanga, la droga de la verdad. El problema es que Manel dice cosas que nadie esperaba oír. Y hasta aquí puedo leer.
Burundanga es un texto muy divertido, te ríes vayas predispuesto o no. Por eso lleva tanto tiempo en Madrid, gusta a todo el mundo que la ve, en menor o mayor medida, pero lo que es seguro es que te diviertes.
Es curioso que se disfrute tanto en Burundanga cuando se tratan dos temas que son bastantes complicados, por un lado el nacionalismo, esta obra está escrita desdramatizando el tema y si se me permite decirlo creo que deberíamos seguir su estela. Respecto al otro tema la verdad, consigue que veamos que a veces saberla sea duro pero necesario para seguir adelante, y eso seguro que todos lo hemos vivido alguna vez ¿verdad?
De los actores decir que como lleva tanto tiempo van cambiando, aunque hay dos que siempre están, que son los que interpretan a los personajes más cómicos: Eloy Arenas y Mar Abascal. Su presencia logra que aunque sus compañeros cambien (y sean quienes sean siempre lo hacen bien) la comicidad y la risa siempre estén aseguradas. En este montaje sus tres compañeros son: César Camino, Rebeca Valls y Antonio Hortelano.
Así que ya sabéis, si queréis reíros escuchando la verdad (cosa altamente complicada) id a ver Burundanga
La fui a ver por recomendación de varias personas y por el buen nombre que tiene su autor en el teatro, y por lo mucho que me gustó "El crédito" del que hablaré.
¿De qué va? Os preguntaréis, sólo daré una pincelada ya que sigue en las tablas del teatro Lara, así que si alguno quiere saber cómo se desarrolla, lo que tiene que hacer es ir al Lara porque la risa está asegurada hasta el 30 de diciembre. Pues no os hago esperar más, allá vamos: Berta es una joven que está embarazada y no sabe cómo se lo puede tomar su novio, no sabe si Manel va a querer al bebé. Silvia, que es su compañera de piso, le ofrece la solución: Burundanga, la droga de la verdad. El problema es que Manel dice cosas que nadie esperaba oír. Y hasta aquí puedo leer.
Burundanga es un texto muy divertido, te ríes vayas predispuesto o no. Por eso lleva tanto tiempo en Madrid, gusta a todo el mundo que la ve, en menor o mayor medida, pero lo que es seguro es que te diviertes.
Es curioso que se disfrute tanto en Burundanga cuando se tratan dos temas que son bastantes complicados, por un lado el nacionalismo, esta obra está escrita desdramatizando el tema y si se me permite decirlo creo que deberíamos seguir su estela. Respecto al otro tema la verdad, consigue que veamos que a veces saberla sea duro pero necesario para seguir adelante, y eso seguro que todos lo hemos vivido alguna vez ¿verdad?
De los actores decir que como lleva tanto tiempo van cambiando, aunque hay dos que siempre están, que son los que interpretan a los personajes más cómicos: Eloy Arenas y Mar Abascal. Su presencia logra que aunque sus compañeros cambien (y sean quienes sean siempre lo hacen bien) la comicidad y la risa siempre estén aseguradas. En este montaje sus tres compañeros son: César Camino, Rebeca Valls y Antonio Hortelano.
Así que ya sabéis, si queréis reíros escuchando la verdad (cosa altamente complicada) id a ver Burundanga
martes, 3 de octubre de 2017
DE SER O NO SER
Hace mucho, mucho tiempo, mi ya conocida tía Catalina, me llevo al cine a ver una película "en blanco y negro" y en mi opinión, en ese momento, muy vieja, de 1942. Como a veces me pasa, fui a regañadientes y salí feliz, y reconozco que disfruté muchísimo.
Así que cuando, en el año 2010, en el teatro Alcazar, teatro Cofidis ahora, subieron al escenario la obra "Ser o no ser", dirigida por Álvaro Alonso, no dude en ir a verla.
La sinopsis de forma rápida, y sin machacarla para que el que quiera la vea, es la siguiente: ambientada en la Segunda Guerra Mundial, el ejercito alemán ha invadido Varsovia. La ciudad está bajo las órdenes de los nazis. Una compañía de teatro, de paso por Varsovia, se ve obligada a sustituir la obra que estaban representando en ese momento, por otra: Hamlet. María Tura, la esposa del actor principal de la compañía de teatro, conoce a un espía de la Gestapo, con el que fingirá un romance.
Dicho así parece una historia simple, pero es la mar de divertida. La risa y la aventura están presentes todo el tiempo.
De la obra, esta vez, quizás diré poco, desde luego lo que consiguió fue acercarse mucho a la película, consiguió que el público disfrutásemos durante dos horas.
Los actores, sobre todo José Luis Gil, estuvieron a la altura.
Voy hablar de manera genérica, lo mismo que digo para la película lo podemos aplicar a la obra de teatro.
La película es una joya, no hay nada casual. Desde el título, en el que podemos entender al finalizar, que los personajes tienen la misma dicotomía que el príncipe de Dinamarca, Ser o no ser, es decir, actuar, hacer algo en la lucha contra los nazis o dejarlo pasar.
Ellos deciden convertirse en héroes o no. Aquí es cuando podemos analizar a los personajes. Como, algunos de ellos serán héroes por sentimientos, por creencia en lo que hacen, pero, el que más destaca es precisamente el personaje principal Joseph Tura (José Luis Gil), que es llevado al heroísmo por su propio egoísmo, para alimentar su ego.
El resultado es el mismo, aunque la motivación sea diferente, lo que me hace pensar que cuando logramos algo bueno, da igual el motivo por lo que lo hacemos, lo que importa es el resultado que logramos.
En "Ser o no ser" se habla de sentimientos universales, sentimientos que siempre tendremos y que siempre existirán. Por eso "Ser o no ser" nunca pasará de moda. Las obras maestras nunca lo hacen.
Así que cuando, en el año 2010, en el teatro Alcazar, teatro Cofidis ahora, subieron al escenario la obra "Ser o no ser", dirigida por Álvaro Alonso, no dude en ir a verla.
La sinopsis de forma rápida, y sin machacarla para que el que quiera la vea, es la siguiente: ambientada en la Segunda Guerra Mundial, el ejercito alemán ha invadido Varsovia. La ciudad está bajo las órdenes de los nazis. Una compañía de teatro, de paso por Varsovia, se ve obligada a sustituir la obra que estaban representando en ese momento, por otra: Hamlet. María Tura, la esposa del actor principal de la compañía de teatro, conoce a un espía de la Gestapo, con el que fingirá un romance.
Dicho así parece una historia simple, pero es la mar de divertida. La risa y la aventura están presentes todo el tiempo.
De la obra, esta vez, quizás diré poco, desde luego lo que consiguió fue acercarse mucho a la película, consiguió que el público disfrutásemos durante dos horas.
Los actores, sobre todo José Luis Gil, estuvieron a la altura.
Voy hablar de manera genérica, lo mismo que digo para la película lo podemos aplicar a la obra de teatro.
La película es una joya, no hay nada casual. Desde el título, en el que podemos entender al finalizar, que los personajes tienen la misma dicotomía que el príncipe de Dinamarca, Ser o no ser, es decir, actuar, hacer algo en la lucha contra los nazis o dejarlo pasar.
Ellos deciden convertirse en héroes o no. Aquí es cuando podemos analizar a los personajes. Como, algunos de ellos serán héroes por sentimientos, por creencia en lo que hacen, pero, el que más destaca es precisamente el personaje principal Joseph Tura (José Luis Gil), que es llevado al heroísmo por su propio egoísmo, para alimentar su ego.
El resultado es el mismo, aunque la motivación sea diferente, lo que me hace pensar que cuando logramos algo bueno, da igual el motivo por lo que lo hacemos, lo que importa es el resultado que logramos.
En "Ser o no ser" se habla de sentimientos universales, sentimientos que siempre tendremos y que siempre existirán. Por eso "Ser o no ser" nunca pasará de moda. Las obras maestras nunca lo hacen.
martes, 19 de septiembre de 2017
DE ESPECTADORES
En estas entradas he hablado de autores, actores, actrices y directores, pero nunca me he centrado en otro componente fundamental para que la magia del teatro tome forma y se represente: los espectadores. Sin ellos, sin nosotros, nada existiría.
Algunos pensarán que se puede representar sin que los espectadores habiten las butacas, pero no creo, que los que se suben a las tablas, de una forma u otra, piensen lo mismo. Ellos también notan la presencia o la falta de esta, esperan sus respuestas, e incluso, acomodan, a veces, el ritmo de la obra a ese sentimiento que les llega desde el otro lado de la cuarta pared.
Si bien es cierto que he hablado de mi como espectadora y de cómo me sentía ante un montaje, también es cierto, que no lo he hecho de aquellas personas que me rodean en las butacas, personas que pueden sentir lo mismo que yo o no.
Voy a destacar dos tipos que son los que quizás me llamen más la atención.
El primero lo encontramos sobre todo en la comedia, el que se se ríe de forma muy estridente, que causa muchas veces que sus compañeros de butaca aún rían más. Pero que llega a su punto más alto en el momento que habla con los actores y actrices, que responde a los personajes. Al principio, yo pensaba que les debía molestar mucho, pero ahora creo que puede ser una forma de halago, quizás un poco primitiva, pero no falta de admiración. Añado, qué en los dramas su dolor se demuestra a los mismo decibelios. Suelen, al término del espectáculo, salir felices y dispuestos a repetir.
Hay un segundo grupo, que son el extremo opuesto. No muestran sentimientos durante la obra, si es un drama casi ni mueven el gesto y si es comedia puedes ver una leve sonrisa en su cara. Los aplausos se dan, pero no con entusiasmo.
Cuando los ves piensas "no les ha gustado" y en ocasiones será así, pero otras, sorpresivamente, les ha encantado, salen entusiasmados y diciendo frases como "me ha emocionado mucho" o "no he podido parar de reír".
Entre medias hay muchos más tipos, cada uno de los que vamos al teatro somos únicos e irrepetibles en nuestra forma de vivirlo, pero yo creo que lo que somos cuando vamos a un espectáculo es colectivamente únicos.
Algunos pensarán que se puede representar sin que los espectadores habiten las butacas, pero no creo, que los que se suben a las tablas, de una forma u otra, piensen lo mismo. Ellos también notan la presencia o la falta de esta, esperan sus respuestas, e incluso, acomodan, a veces, el ritmo de la obra a ese sentimiento que les llega desde el otro lado de la cuarta pared.
Si bien es cierto que he hablado de mi como espectadora y de cómo me sentía ante un montaje, también es cierto, que no lo he hecho de aquellas personas que me rodean en las butacas, personas que pueden sentir lo mismo que yo o no.
Voy a destacar dos tipos que son los que quizás me llamen más la atención.
El primero lo encontramos sobre todo en la comedia, el que se se ríe de forma muy estridente, que causa muchas veces que sus compañeros de butaca aún rían más. Pero que llega a su punto más alto en el momento que habla con los actores y actrices, que responde a los personajes. Al principio, yo pensaba que les debía molestar mucho, pero ahora creo que puede ser una forma de halago, quizás un poco primitiva, pero no falta de admiración. Añado, qué en los dramas su dolor se demuestra a los mismo decibelios. Suelen, al término del espectáculo, salir felices y dispuestos a repetir.
Hay un segundo grupo, que son el extremo opuesto. No muestran sentimientos durante la obra, si es un drama casi ni mueven el gesto y si es comedia puedes ver una leve sonrisa en su cara. Los aplausos se dan, pero no con entusiasmo.
Cuando los ves piensas "no les ha gustado" y en ocasiones será así, pero otras, sorpresivamente, les ha encantado, salen entusiasmados y diciendo frases como "me ha emocionado mucho" o "no he podido parar de reír".
Entre medias hay muchos más tipos, cada uno de los que vamos al teatro somos únicos e irrepetibles en nuestra forma de vivirlo, pero yo creo que lo que somos cuando vamos a un espectáculo es colectivamente únicos.
jueves, 31 de agosto de 2017
DE EL CÍCLOPE Y OTRAS RAREZAS DEL AMOR
Lo primero pedir disculpas por tardar tanto en ponerme de nuevo al frente de esta, mi historia. Me gustaría compensarles, y lo mejor para ello es hablarles de una obra que actualmente se representa en los Teatros del Canal "El cíclope y otras rarezas del amor", escrita y dirigida por Ignasi Vidal, que se basa en el capítulo 7 de "Rayuela" de hecho son las primeras palabras que se escuchan en off.
De la obra sólo diré, para no contar de más, que podemos ver sobre el escenario diferentes historias, historias que se cruzan, historias cuyo eje es el amor, o mejor dicho la búsqueda del amor. Amor, que podemos encontrar siguiendo los dictados de la sociedad, sin estar seguros de que esa sea nuestra forma correcta de buscarla, aunque puede serlo. O, buscarlo en otras dimensiones que nos dan la intensidad de nuestros sentimientos, dejarnos guiar por nosotros mismos ignorando todo lo demás, aunque, eso a veces nos lleve a un desastre. El amor es un cíclope, miradas que se cruzan hasta formar una sola mirada, un solo ojo
Es bien cierto, que cuando sales de la obra vas discutiendo de como se debe llegar y llevar el amor. Reflexión complicada, porque todos nosotros tenemos la nuestra y, además, va cambiando según lo hace nuestra vida.
La dirección, es una máquina bien engrasada que nos lleva por las historias entre paneles bailarines, mecidos por una gran música de Marc Álvarez. Ignaci, ayuda al espectador, a caminar entre historias que nos hace recordar que en algunos momentos incluso la hemos podido vivir.
Los cinco actores, Eva Isanta, Daniel Freire, Manuel Baqueiro, Sara Rivero y Celia Vioque, consiguen hacernos vivir sus historias de amor. Pero, si se me permite, me gustaría destacar a dos de ellos: Eva Isanta y Daniel Freire. Ninguno de los dos está por encima del otro, ambos han tenido los momentos de más intensidad, que tenían que alcanzar en poco tiempo marcados por el rápido ritmo de la obra, lo han logrado con una naturalidad enorme. Grandes ambos. Grandes los cinco.
Al final hemos podido, los espectadores, realizar un encuentro con el director y los actores, lo que allí se ha dicho queda entre bambalinas.
PD: Recordad hasta el 17 de septiembre en los Teatros del Canal
De la obra sólo diré, para no contar de más, que podemos ver sobre el escenario diferentes historias, historias que se cruzan, historias cuyo eje es el amor, o mejor dicho la búsqueda del amor. Amor, que podemos encontrar siguiendo los dictados de la sociedad, sin estar seguros de que esa sea nuestra forma correcta de buscarla, aunque puede serlo. O, buscarlo en otras dimensiones que nos dan la intensidad de nuestros sentimientos, dejarnos guiar por nosotros mismos ignorando todo lo demás, aunque, eso a veces nos lleve a un desastre. El amor es un cíclope, miradas que se cruzan hasta formar una sola mirada, un solo ojo
Es bien cierto, que cuando sales de la obra vas discutiendo de como se debe llegar y llevar el amor. Reflexión complicada, porque todos nosotros tenemos la nuestra y, además, va cambiando según lo hace nuestra vida.
La dirección, es una máquina bien engrasada que nos lleva por las historias entre paneles bailarines, mecidos por una gran música de Marc Álvarez. Ignaci, ayuda al espectador, a caminar entre historias que nos hace recordar que en algunos momentos incluso la hemos podido vivir.
Los cinco actores, Eva Isanta, Daniel Freire, Manuel Baqueiro, Sara Rivero y Celia Vioque, consiguen hacernos vivir sus historias de amor. Pero, si se me permite, me gustaría destacar a dos de ellos: Eva Isanta y Daniel Freire. Ninguno de los dos está por encima del otro, ambos han tenido los momentos de más intensidad, que tenían que alcanzar en poco tiempo marcados por el rápido ritmo de la obra, lo han logrado con una naturalidad enorme. Grandes ambos. Grandes los cinco.
Al final hemos podido, los espectadores, realizar un encuentro con el director y los actores, lo que allí se ha dicho queda entre bambalinas.
PD: Recordad hasta el 17 de septiembre en los Teatros del Canal
martes, 8 de agosto de 2017
DE ANTONIO OZORES
En una de estas tardes de siesta, mis padres vieron,en no se que canal, una película española, en ella pudimos ver a Antonio Ozores, la película "Señora doctor", no era el protagonista pero no le hacía falta para destacar.
Recordé, que mi primera conciencia real de Antonio Ozores fue en el 1,2,3. En el programa veía a una persona, a la que no entendía nada, pues usaba su propio lenguaje de despropósitos, pero que con cada palabra me hacía reír a carcajadas, y terminaba diciendo "Gibraltar español".
Años después, en el 2007, fui a ver, con mi padre, que es un fan incondicional de la familia Ozores, la obra escrita y dirigida por Antonio "El último que apague la luz".
No voy a explicar demasiado porque Emma Ozores (persona y actriz maravillosa) junto a Vicente Renovell, la están representando por esas tablas de España.
Si diré, que las carcajadas están garantizadas, que el humor es surrealista, que es puro Antonio Ozores, que nos encontramos con una crítica satírica de temas universales: amor, relaciones de pareja, el dinero o de la política. El público participa y disfruta, es altamente recomendable. No os la perdáis bajo ningún concepto si tenéis la oportunidad de verla.
Sirvan, estas líneas, de homenaje a una familia, los Ozores, que siempre nos han acompañado y llevado de la mano por los mundos de la diversión y la ternura.
De forma especial, a don Antonio, junto al que crecí durante muchos viernes, viendo junto a toda la familia el 1,2,3 y que me hizo aprender que sin palabras entendibles se podía decir mucho.
Recordé, que mi primera conciencia real de Antonio Ozores fue en el 1,2,3. En el programa veía a una persona, a la que no entendía nada, pues usaba su propio lenguaje de despropósitos, pero que con cada palabra me hacía reír a carcajadas, y terminaba diciendo "Gibraltar español".
Años después, en el 2007, fui a ver, con mi padre, que es un fan incondicional de la familia Ozores, la obra escrita y dirigida por Antonio "El último que apague la luz".
No voy a explicar demasiado porque Emma Ozores (persona y actriz maravillosa) junto a Vicente Renovell, la están representando por esas tablas de España.
Si diré, que las carcajadas están garantizadas, que el humor es surrealista, que es puro Antonio Ozores, que nos encontramos con una crítica satírica de temas universales: amor, relaciones de pareja, el dinero o de la política. El público participa y disfruta, es altamente recomendable. No os la perdáis bajo ningún concepto si tenéis la oportunidad de verla.
Sirvan, estas líneas, de homenaje a una familia, los Ozores, que siempre nos han acompañado y llevado de la mano por los mundos de la diversión y la ternura.
De forma especial, a don Antonio, junto al que crecí durante muchos viernes, viendo junto a toda la familia el 1,2,3 y que me hizo aprender que sin palabras entendibles se podía decir mucho.
viernes, 28 de julio de 2017
DE CRISTALES ROTOS
En estos días he visto la película Dunkerque, la temática de la Segunda Mundial siempre me ha gustado, me encontré con una gran película. Habla más de sentimientos que de guerra, de sobrevivir que de morir...la recomiendo con gran placer.
No sé muy bien por qué, quizás la lucha por sobrevivir me ha hecho recordar una obra de Arthur Miller: Cristales rotos. Fue en el María Guerrero en 1995.
Creo que fue la única obra en la que pude ver la dirección de Pilar Miro, he de decir que fue muy limpia, que dejó al autor asomarse al escenario y a los actores los dirigió con solvencia dejando que sus personajes fueran libres.
Pero me estoy adelantando porque ni siquiera he contado el argumento de la obra: Nueva York en 1938, Phillip y Sylvia Gellburg son un matrimonio judío. Phillip trabaja en un banco de Wall Street, siendo además el único judío. Sylvia tras conocer las noticias que hablan de la noche de los cristales rotos en Berlín deja de andar. El matrimonio contacta entonces con el Dr. Hyman, que opina que la parálisis de Sylvia es de origen psicosomático, y decide tratarla aunque no sea psiquiatra. A lo largo de la función, el médico consigue conocer cuáles son los auténticos problemas que tiene Sylvia tanto en su vida personal, pero sobre todo en su matrimonio, problemas que son los que realmente le han dejado en una silla de ruedas. Philip, el esposo, que se deja maltratar en su trabajo, por el hecho de ser judío, está a punto de morir ya que sufre un infarto tras tener una fuerte, discusión con su jefe. Al verse en esa situación, se sincera con su esposa, hablan de sentimientos e incluso pide perdón. Sylvia finalmente se recupera porque la transformación del marido rompe su bloqueo.
Lo que Arthur Miller nos plantea en esta obra es la negación que hacemos de nosotros mismos para poder adaptarnos a mundos, que no consideramos nuestros, pero que nos son necesarios. Llegamos a crear mundos paralelos para poder sobrevivir. Finalmente los personajes son conscientes del juego que se tienen con la vida, e intentan llegar a entender si es positivo o negativo, creo que eso nunca se sabe hasta que la vida va pasando.
De la dirección ya he hablado, Pilar Miró me gustaba como directora de cine y no me disgustó en el teatro, era fresca y eso se notaba sobre el escenario.
Los dos actores principales José Sacristán y Magüi Mira me hicieron ver el dolor de sus personajes.
En mi opinión lo que Arthur Miller consigue, de forma casi docente, es mostrarnos que la incomprensión y la intolerancia han existido siempre en la condición humana y desgraciadamente pienso siempre existirán porque "nadie es perfecto"
No sé muy bien por qué, quizás la lucha por sobrevivir me ha hecho recordar una obra de Arthur Miller: Cristales rotos. Fue en el María Guerrero en 1995.
Creo que fue la única obra en la que pude ver la dirección de Pilar Miro, he de decir que fue muy limpia, que dejó al autor asomarse al escenario y a los actores los dirigió con solvencia dejando que sus personajes fueran libres.
Pero me estoy adelantando porque ni siquiera he contado el argumento de la obra: Nueva York en 1938, Phillip y Sylvia Gellburg son un matrimonio judío. Phillip trabaja en un banco de Wall Street, siendo además el único judío. Sylvia tras conocer las noticias que hablan de la noche de los cristales rotos en Berlín deja de andar. El matrimonio contacta entonces con el Dr. Hyman, que opina que la parálisis de Sylvia es de origen psicosomático, y decide tratarla aunque no sea psiquiatra. A lo largo de la función, el médico consigue conocer cuáles son los auténticos problemas que tiene Sylvia tanto en su vida personal, pero sobre todo en su matrimonio, problemas que son los que realmente le han dejado en una silla de ruedas. Philip, el esposo, que se deja maltratar en su trabajo, por el hecho de ser judío, está a punto de morir ya que sufre un infarto tras tener una fuerte, discusión con su jefe. Al verse en esa situación, se sincera con su esposa, hablan de sentimientos e incluso pide perdón. Sylvia finalmente se recupera porque la transformación del marido rompe su bloqueo.
Lo que Arthur Miller nos plantea en esta obra es la negación que hacemos de nosotros mismos para poder adaptarnos a mundos, que no consideramos nuestros, pero que nos son necesarios. Llegamos a crear mundos paralelos para poder sobrevivir. Finalmente los personajes son conscientes del juego que se tienen con la vida, e intentan llegar a entender si es positivo o negativo, creo que eso nunca se sabe hasta que la vida va pasando.
De la dirección ya he hablado, Pilar Miró me gustaba como directora de cine y no me disgustó en el teatro, era fresca y eso se notaba sobre el escenario.
Los dos actores principales José Sacristán y Magüi Mira me hicieron ver el dolor de sus personajes.
En mi opinión lo que Arthur Miller consigue, de forma casi docente, es mostrarnos que la incomprensión y la intolerancia han existido siempre en la condición humana y desgraciadamente pienso siempre existirán porque "nadie es perfecto"
martes, 18 de julio de 2017
DE COPENHAGUE
Hoy nos quedaremos en el siglo XXI, más concretamente en 2002, y si ya concretamos del todo, en el teatro que antaño se llamó Centro Cultural de la Villa, ahora Teatro Fernando Fernán Gómez. La primera vez que, con mi tía Catalina y mi hermana más peque, fui al Centro Cultural la fuente que lo rodeaba y que servía de pedestal a Colón, hacía mucho ruido, era imposible hablar. Pero cuando cruzabas las puertas del teatro... era mágico, o en mi ignorancia arquitectónica unida a mi juventud a mi me lo parecía, encontrarte en un silencio total. Ahora eso se ha perdido, seguro que hay quién lo prefiera, pero la última vez que fui, también lo hice con Catalina, creo que ambas lo comentamos con pena, son recuerdos tontos pero que te acompañan para siempre.
Pero mejor vamos a meternos en faena, en el 2002 la obra que vimos representada fue: Copenhague de Michael Frayn, dirigida por Román Calleja, desarrolla un encuentro real, en 1941, entre dos grandes físicos: el alemán Werner Heisenberg que viajó a Copenhague para visitar a su maestro danés Niels Bohr. Lo que en esa reunión se habló es totalmente desconocido, ninguno de los dos comentó nada posteriormente, la única persona presente fue la esposa de Niels Bohr, Margarita. Así que la obra deja la imaginación, del autor, volar para poder conocer lo que conversaron, obviamente en un marco de tensión provocado por la relación de ambos y sus diferentes países durante la Segunda Guerra Mundial.
Pero antes, de la mencionada y lógica tensión, habían sido discípulo y maestro, ambos consiguieron revolucionar la física, pusieron las primeras piedras para las investigaciones atómicas. Y esto es lo que el autor utiliza para dar sentido a una visita, que en el fondo ni los propios protagonistas saben muy bien por qué se produjo, por qué el físico alemán decide ver a su maestro.
Según lo que pudimos ver sobre el escenario, Werner Heisenberg, que trabajaba en la bomba atómica para los alemanes, realmente visita a su maestro danés porque tiene un importante dilema moral ¿puede un científico trabajar en una investigación sobre cómo se puede utilizar la energía atómica? ¿puede moralmente hacerlo? Ambos son personas que trabajan con la incertidumbre científica, en muchas ocasiones no logran encontrar respuestas a esas dudas que ellos mismos además crean, y eso marca sus vidas también. A veces, no son capaces de bajar de sus teorías a la realidad, pero ahí es donde aparece el tercer personaje Margarita, nos muestra y les muestra cuanto de humanos tienen estos dos grandes científicos.
El reproche del matrimonio hacia el alemán es continuo, no se logra llegar a ninguna conclusión real porque, si somos sinceros, cada uno de nosotros tiene su propia teoría, y es difícil que entendamos la del contrario. Lo que si pudimos notar en la piel, conseguido muy bien por el autor e interpretado y dirigido genialmente, es que los reproches que se hacen son con dolor, dolor provocado por al amor y admiración que se tenían, pero una Guerra, que todo lo destruye, también termina con ello.
Los actores, ¿qué puedo decir de tres intérpretes que dieron lo mejor de si mismos? Fernando Delgado fue Niels Bohr lleno de matices, de cariño contenido y de odio demostrado. Juan Gea como Werner Heisenberg estuvo magistral y Sonsoles Benedicto fue el cierre perfecto de un gran triangulo.
Destacar a uno sobre los demás sería romper la perfección, la armonía sobre el escenario.
Pero quizás la sensación, un poco triste, que tuvimos mientras volviamos a escuchar el sonido de la fuente, fue que Conpehague nos había hablado de una época no muy lejana y que además lo hacía de un tema que siempre habitará entre nosotros: la duda moral ante nuestros avances.
lunes, 10 de julio de 2017
DE PALABRAS EN LA ARENA
Hoy, no voy a contaros ninguna obra que haya visto, ni hablar de actrices o actores, ni de directores...hoy volvemos sobre Antonio Buero Vallejo.
Como ya he dicho, no hablaré de ninguna obra vista porque, desgraciadamente, jamás la he podido ver representada. Aún así, cuando mi tía Catalina me regaló el libro donde pude leerla, encontré una de las obras que se convirtió en mi favorita. Señoras, señores, niños y niñas la obra es " Las Palabras en la arena" de Buero Vallejo.
Es la única obra de un sólo acto de este autor. La historia que en ella se cuenta es la siguiente:
Hay tres personajes principales que podemos ver sobre el escenario y un cuarto, que nunca veremos, que es nombrado, pero tan necesario que sin Él la obra no sería posible.
La criada Fenicia, su señora Noemí su marido Asaf son los tres primeros y Jesús de Nazaret es el cuarto.
Todo comienza con la conversación de Fenicia y su señora Noemí sobre engañar a su marido, cuando se marche de viaje, con un romano llamado Marcio.
Durante la conversación observan un tumulto, lo que está ocurriendo es el pasaje bíblico donde Jesús de Nazaret salva a una mujer adultera de ser lapidada pronunciando las palabras "quién esté libre de pecado que tire la primera piedra". Jesús, escribe, también, unas palabras en la arena.
Una de las personas que está allí es Asaf, marido de Noemí, y es quizás el que más enfadado está porque no se ha castigado a la adultera. Cuando Jesús se marcha se acercan a leer lo que ha escrito en la arena.
De cada uno ha dicho algo y todos lo comentan, de uno "corruptor de niñas", de otro "ladrón de los dineros de los pobres" y así continúa con todos los presentes. El único que no dice nada de lo escrito sobre él es Asaf porque cree que es ridículo.
Fenicia le lleva una carta a Marcio para quedar con Noemí, y el romano le da una bolsa con dinero. Al verla, Asaf se hace la idea errónea de que es la criada la que está con el romano. Decide matarla por acostarse con el enemigo (ellos son judíos) pero Fenicia, para salvar la vida, le dice que será su mujer quien quede con Marcio
Enfadado con ella Asaf mata a Noemí.
Cuando se ve rodeado de la gente que ha ido a ver lo que pasa, Asaf confiesa lo que Jesús de Nazaret a escrito sobre él: asesino.
Buero nos muestra en esta obra que el destino de las personas ya está escrito, que no hay nada que se pueda hacer para evitarlo.
Otra cosa, que podemos ver, es que, aunque Noemí sabe lo que su marido piensa del adulterio, decide seguir porque para ella es más importante su relación con el romano, el riesgo merece la pena.
Pero lo que realmente crítica el autor es la hipocresía, no la del momento histórico de la obra, sino al gobierno que en ese momento había en España. el de Franco. Como en anteriores ocasiones utiliza el recurso llamado anatopismo, con el que muestra un momento histórico diferente, y con el que se ayuda a criticar el momento en el que realmente vive y al que, de verdad, quiere sacar los colores.
La idea que finalmente se me quedó, tras leerla, es que, no todo el mundo es castigado por sus actos, algunos, como las palabras en la arena, se pueden leer pero cuando pasa el agua por ellas se borran y son olvidadas.
De nuevo grande Buero Vallejo
Como ya he dicho, no hablaré de ninguna obra vista porque, desgraciadamente, jamás la he podido ver representada. Aún así, cuando mi tía Catalina me regaló el libro donde pude leerla, encontré una de las obras que se convirtió en mi favorita. Señoras, señores, niños y niñas la obra es " Las Palabras en la arena" de Buero Vallejo.
Es la única obra de un sólo acto de este autor. La historia que en ella se cuenta es la siguiente:
Hay tres personajes principales que podemos ver sobre el escenario y un cuarto, que nunca veremos, que es nombrado, pero tan necesario que sin Él la obra no sería posible.
La criada Fenicia, su señora Noemí su marido Asaf son los tres primeros y Jesús de Nazaret es el cuarto.
Todo comienza con la conversación de Fenicia y su señora Noemí sobre engañar a su marido, cuando se marche de viaje, con un romano llamado Marcio.
Durante la conversación observan un tumulto, lo que está ocurriendo es el pasaje bíblico donde Jesús de Nazaret salva a una mujer adultera de ser lapidada pronunciando las palabras "quién esté libre de pecado que tire la primera piedra". Jesús, escribe, también, unas palabras en la arena.
Una de las personas que está allí es Asaf, marido de Noemí, y es quizás el que más enfadado está porque no se ha castigado a la adultera. Cuando Jesús se marcha se acercan a leer lo que ha escrito en la arena.
De cada uno ha dicho algo y todos lo comentan, de uno "corruptor de niñas", de otro "ladrón de los dineros de los pobres" y así continúa con todos los presentes. El único que no dice nada de lo escrito sobre él es Asaf porque cree que es ridículo.
Fenicia le lleva una carta a Marcio para quedar con Noemí, y el romano le da una bolsa con dinero. Al verla, Asaf se hace la idea errónea de que es la criada la que está con el romano. Decide matarla por acostarse con el enemigo (ellos son judíos) pero Fenicia, para salvar la vida, le dice que será su mujer quien quede con Marcio
Enfadado con ella Asaf mata a Noemí.
Cuando se ve rodeado de la gente que ha ido a ver lo que pasa, Asaf confiesa lo que Jesús de Nazaret a escrito sobre él: asesino.
Buero nos muestra en esta obra que el destino de las personas ya está escrito, que no hay nada que se pueda hacer para evitarlo.
Otra cosa, que podemos ver, es que, aunque Noemí sabe lo que su marido piensa del adulterio, decide seguir porque para ella es más importante su relación con el romano, el riesgo merece la pena.
Pero lo que realmente crítica el autor es la hipocresía, no la del momento histórico de la obra, sino al gobierno que en ese momento había en España. el de Franco. Como en anteriores ocasiones utiliza el recurso llamado anatopismo, con el que muestra un momento histórico diferente, y con el que se ayuda a criticar el momento en el que realmente vive y al que, de verdad, quiere sacar los colores.
La idea que finalmente se me quedó, tras leerla, es que, no todo el mundo es castigado por sus actos, algunos, como las palabras en la arena, se pueden leer pero cuando pasa el agua por ellas se borran y son olvidadas.
De nuevo grande Buero Vallejo
domingo, 2 de julio de 2017
DE TODOS ERAN MIS HIJOS
Hoy nos vamos al año 2010, de forma más precisa al Teatro Español.
Teatro al que le tengo gran cariño, porque quizás sea el que más he visitado junto a Catalina, aunque esta vez lo hice con mi hermana mayor.
Lo que vimos "Todos eran mis hijos"
Tenía ilusión en verla por dos motivos:
Por un lado era una obra de Arthur Miller que había leído, pero nunca la había visto representada, y como ya sabéis la imaginación me sirve para montar mis propias obras, pero no es lo mismo.
La sinopsis es la siguiente: nos encontramos poco después de la Segunda Guerra Mundial, y como protagonista una familia Americana de clase media cuyo apellido es Keller. Joe, es el padre y dueño de una empresa de fabricación de material de aviación. Su empresa ha vendido material defectuoso y debido a eso mueren 21 pilotos durante la Guerra. Uno de sus trabajadores está en la cárcel pagando por ello.
El hijo mayor lleva desaparecido tres años, su madre, Kate, vive esperando su regreso, nunca se encontró el cuerpo, así que puede aparecer en cualquier momento, eso es lo que ella piensa. El hermano pequeño, Chris, piloto de guerra, está iniciando una relación con la novia de su hermano “desaparecido”, Anne Deever. Anne es la hija del trabajador encarcelado.
Y con todo esto de fondo se va desgranando una historia de relaciones humanas, de verdades silenciadas, de mentiras dichas con sonrisas...hasta que se llega a la verdad que se grita en silencio: Joe es culpable de todo, no la persona encarcelada. Su hijo mayor, al que su madre no ha dejado de esperar, avergonzado porque descubre la verdad, decide estrellarse con su avión incapaz de asumir la culpabilidad de su padre. La familia mantenida en el alambre de la falsedad se derrumba. Finalmente Joe se suicida.
El director Claudio Tolcachir, argentino (ya sabéis mi opinión sobre los argentinos, son maravillosos en el mundo de la interpretación) consiguió que nos sintiéramos mal por espiar a la familia, logró crear una ventana por la que podíamos verlos, como vecinos curiosos y distantes.
Por otro lado: Carlos Hipólito, allí donde Carlos esté sobre un escenario, allí estaré yo.
Pero he de decir que Gloria Muñoz, que interpretaba a la madre, me fascinó. Nos llevó, por todos los matices de su personaje, cogidos de la mano.
Carlos Hipólito haga lo que haga es perfecto. Nos presentó a Joe como el que te enseña su casa mil veces explicada, con cariño y sin aparente esfuerzo.
Ambos nos abrieron la pequeña rendija que nos permitió espiar a su familia.
Y repito una recomendación, de Carlos id a ver todo lo que haga, actualmente "La mentira" en Madrid, nunca os arrepentiréis. Palabra
Teatro al que le tengo gran cariño, porque quizás sea el que más he visitado junto a Catalina, aunque esta vez lo hice con mi hermana mayor.
Lo que vimos "Todos eran mis hijos"
Tenía ilusión en verla por dos motivos:
Por un lado era una obra de Arthur Miller que había leído, pero nunca la había visto representada, y como ya sabéis la imaginación me sirve para montar mis propias obras, pero no es lo mismo.
La sinopsis es la siguiente: nos encontramos poco después de la Segunda Guerra Mundial, y como protagonista una familia Americana de clase media cuyo apellido es Keller. Joe, es el padre y dueño de una empresa de fabricación de material de aviación. Su empresa ha vendido material defectuoso y debido a eso mueren 21 pilotos durante la Guerra. Uno de sus trabajadores está en la cárcel pagando por ello.
El hijo mayor lleva desaparecido tres años, su madre, Kate, vive esperando su regreso, nunca se encontró el cuerpo, así que puede aparecer en cualquier momento, eso es lo que ella piensa. El hermano pequeño, Chris, piloto de guerra, está iniciando una relación con la novia de su hermano “desaparecido”, Anne Deever. Anne es la hija del trabajador encarcelado.
Y con todo esto de fondo se va desgranando una historia de relaciones humanas, de verdades silenciadas, de mentiras dichas con sonrisas...hasta que se llega a la verdad que se grita en silencio: Joe es culpable de todo, no la persona encarcelada. Su hijo mayor, al que su madre no ha dejado de esperar, avergonzado porque descubre la verdad, decide estrellarse con su avión incapaz de asumir la culpabilidad de su padre. La familia mantenida en el alambre de la falsedad se derrumba. Finalmente Joe se suicida.
El director Claudio Tolcachir, argentino (ya sabéis mi opinión sobre los argentinos, son maravillosos en el mundo de la interpretación) consiguió que nos sintiéramos mal por espiar a la familia, logró crear una ventana por la que podíamos verlos, como vecinos curiosos y distantes.
Por otro lado: Carlos Hipólito, allí donde Carlos esté sobre un escenario, allí estaré yo.
Pero he de decir que Gloria Muñoz, que interpretaba a la madre, me fascinó. Nos llevó, por todos los matices de su personaje, cogidos de la mano.
Carlos Hipólito haga lo que haga es perfecto. Nos presentó a Joe como el que te enseña su casa mil veces explicada, con cariño y sin aparente esfuerzo.
Ambos nos abrieron la pequeña rendija que nos permitió espiar a su familia.
Y repito una recomendación, de Carlos id a ver todo lo que haga, actualmente "La mentira" en Madrid, nunca os arrepentiréis. Palabra
sábado, 24 de junio de 2017
DE HÉROES
Hoy, voy hablar de una obra, que aún está de gira, "Héroes" del autor francés Gérald Sibleyras.
Confieso que la he visto dos veces. La primera porque, desde hace muchos años, todo lo que Juan Gea interpreta lo veo. Esto sucede, desde el "El Concierto de San Ovidio" del que ya he hablado en entradas anteriores.
Pero la segunda fue para poder disfrutar, de nuevo, de una muy buena pieza teatral.
Me encontré ante una obra que habla de la necesidad de no perder jamás la esperanza...Pero sobre todo, de una fuerza que nos ayuda a seguir, una fuerza fundamental para poder continuar la vida: soñar. Soñar para no perder nunca la esperanza.
Tres veteranos de guerra, que viven en un hospital militar, pasan el tiempo recordando campañas militares, criticando a una de las hermanas y reflexionando sobre sus vidas
Ven pasar de esa forma el tiempo, hasta que Gustave (Juan Gea) propone a Henri (Luis Varela) y a Phillippe (Iñaki Miramón) que al igual que las aves huyan hacia los álamos.
La dirección de Tazmin Townsend, es perfecta. Marca muy bien el ritmo de la obra lo que permite que disfrutes de ella.
Sobre el escenario tres grandes: Luis Varela, Juan Gea e Iñaki Miramón. No puedo decir nada de ellos por separado, los tres están magistrales, porque son partes de un mismo todo.
Es una obra con la que te ríes, mucho, pero que también logra que te emociones. Sales con sentimientos a los que no esperabas consiguieran llegar. Cuando abandonas el teatro sigues pensando y valorando lo que has visto, durante bastante tiempo y si has ido acompañada ya tienes horas de debate.
He de decir que sobre el escenario está un convidado de piedra, pero que llega a ser un personaje importante, no añado nada más.
Lo que si digo es que si podéis vayáis a verla, aún tenéis la oportunidad, y cuando salgais os llevaréis en el alma un pequeño regalo, disfrutadlo.
Confieso que la he visto dos veces. La primera porque, desde hace muchos años, todo lo que Juan Gea interpreta lo veo. Esto sucede, desde el "El Concierto de San Ovidio" del que ya he hablado en entradas anteriores.
Pero la segunda fue para poder disfrutar, de nuevo, de una muy buena pieza teatral.
Me encontré ante una obra que habla de la necesidad de no perder jamás la esperanza...Pero sobre todo, de una fuerza que nos ayuda a seguir, una fuerza fundamental para poder continuar la vida: soñar. Soñar para no perder nunca la esperanza.
Tres veteranos de guerra, que viven en un hospital militar, pasan el tiempo recordando campañas militares, criticando a una de las hermanas y reflexionando sobre sus vidas
Ven pasar de esa forma el tiempo, hasta que Gustave (Juan Gea) propone a Henri (Luis Varela) y a Phillippe (Iñaki Miramón) que al igual que las aves huyan hacia los álamos.
La dirección de Tazmin Townsend, es perfecta. Marca muy bien el ritmo de la obra lo que permite que disfrutes de ella.
Sobre el escenario tres grandes: Luis Varela, Juan Gea e Iñaki Miramón. No puedo decir nada de ellos por separado, los tres están magistrales, porque son partes de un mismo todo.
Es una obra con la que te ríes, mucho, pero que también logra que te emociones. Sales con sentimientos a los que no esperabas consiguieran llegar. Cuando abandonas el teatro sigues pensando y valorando lo que has visto, durante bastante tiempo y si has ido acompañada ya tienes horas de debate.
He de decir que sobre el escenario está un convidado de piedra, pero que llega a ser un personaje importante, no añado nada más.
Lo que si digo es que si podéis vayáis a verla, aún tenéis la oportunidad, y cuando salgais os llevaréis en el alma un pequeño regalo, disfrutadlo.
miércoles, 21 de junio de 2017
DE LA VENGANZA DE DON MENDO
Hoy nos vamos a entretener con una obra de Pedro Muñoz Seca, que fue el creador del nuevo género teatral la Astracanada, su definición buscada en internet es: una teatralización de la realidad, explota el uso del retruécano, de falsillas sentimentales y de situaciones disparatadas, a las que se supeditan los personajes y la acción, haciendo uso de juegos toscos de palabras, tipificación regional del habla, nombres propios que dan lugar al equívoco y al chiste, abuso del ripio, etc
La definición se entiende, pero cuando os diga la obra que la representa, y yo creo que casi todos hemos visto (en teatro o cine), ya se entiende a la perfección: “La Venganza de Don Mendo”. Es una de las más divertidas del mundo.
La obra tiene el siguiente argumento que, como se puede ver, se adapta perfectamente a la definición que he citado antes: Don Mendo, un noble, mantiene relaciones con la hija de Don Nuño Manso de Jarama que tiene como nombre Magdalena. El padre de Magdalena acuerda casarla con Don Pero de Toro. Ella, que quiere ascender socialmente, acepta, pero no avisa a Don Mendo que es descubierto en el castillo con ella. Para evitarle la vergüenza Don Mendo confiesa que ha ido a robar. Es encarcelado y condenado a muerte por Don Nuño y Magdalena para evitar que hable lo manda emparedar. Cuando don Mendo se entera, quiere venganza y con la ayuda del Marqués de Moncada logra escapar.
Para vengarse comienza su vida como el trovador Renato, todas se enamoran de él. Incluida la mora Azofaifa, que le acompaña como bailarína y la propia Magdalena. Ésta se cita con el trovador y su nuevo amante el Rey Don Alfonso, pero es espiada por su padre y su marido que quieren matarla por infiel. A la vez la Reina Berenguela se cita también con el trovador. Nos vamos a encontrar con todos los personajes en la cueva: Magdalena, Don Mendo, Don Nuño, Don Pero, Moncada, el Rey, la Reina, Azofaifa, y demás acompañantes, así como Doña Ramírez y el Marqués de Moncada. A partir de aquí mueren casi todos los personajes, las excepciones son el Rey, la Reina y el Marqués de Moncada.
Creo que se nota que la obra es un auténtico culebrón, el argumento es incluso ridículo porque lo que se busca en este género es divertir por divertir. Lo importante es la diversión, contar algo para provocarla, la historia que se cuenta no tiene tanta importancia. Y nos encontramos que “La venganza de Don Mendo” es una parodia de los dramas históricos, cuyo lenguaje podríamos decir que era “estirado”.
Tengo que decir, que lo que más me gusta es, como, Muñoz Seca, maneja el lenguaje, más que con las situaciones que se ven sobre el escenario, el autor consigue el divertimento del espectador utilizándolo de forma muy inteligente.
En mi retina la representación que siempre quedará será la que Manolo Gómez Bur, en 1981 y dirigido por Gustavo Pérez Puig , realizó en el teatro Cómico de Madrid. Han existido más representaciones, de hecho creo que es la cuarta obra más representada, y todas de alto nivel, y aunque sea repetitiva, añado que el texto ayuda a que la representación se disfrute.
Creo, que la mejor forma de poder mostrar lo que es el género de la Astracanada y, sobre todo, lo que es la genial obra de Pedro Muñoz Seca sería dejaros con un pequeño trocito de ella como despedida:
Magdalena quiere que detengan a Don Mendo y le prepara una encerrona, este sin enterarse de nada, vamos que está a por uvas
MENDO:
– El Barón
de Vedia, un aragonés
antipático y zumbón
que está en casa del Marqués
de huésped o de gorrón.
Hablamos... ¿Y vos qué haceis?
Aburrirme... Y el de Vedia
dijo: No os aburriréis;
os propongo, si queréis,
jugar a las siete y media.
MAGDALENA:
– ¿Y por qué marcó esa hora
tan rara? Pudo ser luego...
MENDO:
– Es que tu inocencia ignora
que a más de una hora, señora,
las siete media es un juego.
MAGDALENA:
– ¿Un juego?
MENDO:
– Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!
La definición se entiende, pero cuando os diga la obra que la representa, y yo creo que casi todos hemos visto (en teatro o cine), ya se entiende a la perfección: “La Venganza de Don Mendo”. Es una de las más divertidas del mundo.
La obra tiene el siguiente argumento que, como se puede ver, se adapta perfectamente a la definición que he citado antes: Don Mendo, un noble, mantiene relaciones con la hija de Don Nuño Manso de Jarama que tiene como nombre Magdalena. El padre de Magdalena acuerda casarla con Don Pero de Toro. Ella, que quiere ascender socialmente, acepta, pero no avisa a Don Mendo que es descubierto en el castillo con ella. Para evitarle la vergüenza Don Mendo confiesa que ha ido a robar. Es encarcelado y condenado a muerte por Don Nuño y Magdalena para evitar que hable lo manda emparedar. Cuando don Mendo se entera, quiere venganza y con la ayuda del Marqués de Moncada logra escapar.
Para vengarse comienza su vida como el trovador Renato, todas se enamoran de él. Incluida la mora Azofaifa, que le acompaña como bailarína y la propia Magdalena. Ésta se cita con el trovador y su nuevo amante el Rey Don Alfonso, pero es espiada por su padre y su marido que quieren matarla por infiel. A la vez la Reina Berenguela se cita también con el trovador. Nos vamos a encontrar con todos los personajes en la cueva: Magdalena, Don Mendo, Don Nuño, Don Pero, Moncada, el Rey, la Reina, Azofaifa, y demás acompañantes, así como Doña Ramírez y el Marqués de Moncada. A partir de aquí mueren casi todos los personajes, las excepciones son el Rey, la Reina y el Marqués de Moncada.
Creo que se nota que la obra es un auténtico culebrón, el argumento es incluso ridículo porque lo que se busca en este género es divertir por divertir. Lo importante es la diversión, contar algo para provocarla, la historia que se cuenta no tiene tanta importancia. Y nos encontramos que “La venganza de Don Mendo” es una parodia de los dramas históricos, cuyo lenguaje podríamos decir que era “estirado”.
Tengo que decir, que lo que más me gusta es, como, Muñoz Seca, maneja el lenguaje, más que con las situaciones que se ven sobre el escenario, el autor consigue el divertimento del espectador utilizándolo de forma muy inteligente.
En mi retina la representación que siempre quedará será la que Manolo Gómez Bur, en 1981 y dirigido por Gustavo Pérez Puig , realizó en el teatro Cómico de Madrid. Han existido más representaciones, de hecho creo que es la cuarta obra más representada, y todas de alto nivel, y aunque sea repetitiva, añado que el texto ayuda a que la representación se disfrute.
Creo, que la mejor forma de poder mostrar lo que es el género de la Astracanada y, sobre todo, lo que es la genial obra de Pedro Muñoz Seca sería dejaros con un pequeño trocito de ella como despedida:
Magdalena quiere que detengan a Don Mendo y le prepara una encerrona, este sin enterarse de nada, vamos que está a por uvas
MENDO:
– El Barón
de Vedia, un aragonés
antipático y zumbón
que está en casa del Marqués
de huésped o de gorrón.
Hablamos... ¿Y vos qué haceis?
Aburrirme... Y el de Vedia
dijo: No os aburriréis;
os propongo, si queréis,
jugar a las siete y media.
MAGDALENA:
– ¿Y por qué marcó esa hora
tan rara? Pudo ser luego...
MENDO:
– Es que tu inocencia ignora
que a más de una hora, señora,
las siete media es un juego.
MAGDALENA:
– ¿Un juego?
MENDO:
– Y un juego vil
que no hay que jugarlo a ciegas,
pues juegas cien veces, mil,
y de las mil, ves febril
que o te pasas o no llegas.
Y el no llegar da dolor,
pues indica que mal tasas
y eres del otro deudor.
Mas ¡ay de ti si te pasas!
¡Si te pasas es peor!
miércoles, 14 de junio de 2017
DE UN ACTOR QUE NO CONOCÍ: ANTONIO CASAL
Hoy no comentaré ninguna obra, principalmente, porque a la persona, de la que me gustaría hablar, no me fue posible verla sobre los escenarios, murió cuando yo era muy, pero que muy, pequeña.
Posiblemente, alguno se pregunte por que entonces tengo ese interés, ya que nunca pude verlo en directo. La explicación es sencilla, en ocasiones hay actores o actrices, incluso gente que se cruza en tu vida, que conoces un minuto pero ese minuto se queda en tu retina, y en ocasiones en tu alma, durante mucho tiempo. Lo que quiero decir, es que te trasmiten algo, algo que no podrías definir, pero esa persona te gusta.
Y eso fue lo que a mí me pasó con Antonio Casal. Reconozco, que no fue amor a primera vista. Recuerdo, que siendo relativamente pequeña, al mediodía ponían películas, hasta que comenzaba el telediario. Yo cuando regresaba del cole, para comer, las veía. Se solían dedicar a un género, a un actor, a una actriz…pues bien durante un tiempo se dedicaron a Antonio Casal. Repito que no fue amor a primera vista, y la verdad, lo reconozco, es que no les prestaba atención, Antonio Casal me recordaba a Buster Keaton, actor que, en ese momento, yo tampoco valoraba de la forma adecuada.
Seguí creciendo, que es lo que se suele hacer a esas edades, y comencé a ver las películas que ponían por la noche, en la mayoría de las ocasiones en la segunda cadena (sobre todo cuando dejaron de existir sólo los dos canales) y vi, de nuevo, una película, a la que si presté en ese momento atención: “La Torre de los Siete Jorobados”
Película dirigida por Edgar Neville, en el año 1944, y protagonizada por Antonio Casal, Isabel de Pomes y Guillermo Marín. En ella se mezcla la leyenda, lo castizo, el terror…me quedé hipnotizada frente a la televisión y disfruté como una niña con un juguete nuevo (no cuento nada de la película para que os animéis a verla). Comencé a mirar a nuestro actor de otra forma.
Tan diferente era mi mirada que inicié un repaso a sus películas, las mismas a las que siendo más joven no les había prestado la más mínima atención y, que, ahora se encuentran entre mis favoritas: “El hombre que se quiso matar”, “El fantasma y doña Juanita” o “Botón de Ancla” por citar algunas.
También, me he ayudado de “Estudio 1” para llegar a admirarlo y desear haberlo conocido trabajando sobre un escenario, obras como “La bella Dorotea” o la ya famosa “Doce Hombres sin Piedad” han sido claves para conseguirlo.
Recomiendo ver estas películas con ojos actuales, no me gusta decir que hay que verlas con los ojos de su época, porque creo que la única forma de ver, de sentir el mérito que realmente tienen, es entenderlas con nuestra mentalidad, con los avances en las técnicas cinematográficas…realmente, si las miramos así, para mí el mérito es impresionante.
La conclusión a la que, creo, que todos habéis llegado es que, sin duda alguna, me hubiera encantado conocer sobre un escenario a Antonio Casal. He preguntado por él a personas que sí lo hicieron y todos me dicen lo mismo: era muy natural, que sabía estar sobre un escenario...Para mi Antonio Casal ha sido un cómico (en toda la extensión de la palabra) que ha sabido llegar a generaciones posteriores, y que se merece más atención y homenaje del que ha tenido. Por mi parte tiene y tendrá toda mi admiración.
Y vuelvo a repetir que no sé por que pero, de alguna forma, consiguió, valiéndose de los medios en los que yo podía conocer su trabajo, que lo admirase. Y debo reconocer, también, que alguna vez que he montado obras en mi imaginación, lo hago muy a menudo, Antonio Casal jamás me ha faltado a la cita.
Posiblemente, alguno se pregunte por que entonces tengo ese interés, ya que nunca pude verlo en directo. La explicación es sencilla, en ocasiones hay actores o actrices, incluso gente que se cruza en tu vida, que conoces un minuto pero ese minuto se queda en tu retina, y en ocasiones en tu alma, durante mucho tiempo. Lo que quiero decir, es que te trasmiten algo, algo que no podrías definir, pero esa persona te gusta.
Y eso fue lo que a mí me pasó con Antonio Casal. Reconozco, que no fue amor a primera vista. Recuerdo, que siendo relativamente pequeña, al mediodía ponían películas, hasta que comenzaba el telediario. Yo cuando regresaba del cole, para comer, las veía. Se solían dedicar a un género, a un actor, a una actriz…pues bien durante un tiempo se dedicaron a Antonio Casal. Repito que no fue amor a primera vista, y la verdad, lo reconozco, es que no les prestaba atención, Antonio Casal me recordaba a Buster Keaton, actor que, en ese momento, yo tampoco valoraba de la forma adecuada.
Seguí creciendo, que es lo que se suele hacer a esas edades, y comencé a ver las películas que ponían por la noche, en la mayoría de las ocasiones en la segunda cadena (sobre todo cuando dejaron de existir sólo los dos canales) y vi, de nuevo, una película, a la que si presté en ese momento atención: “La Torre de los Siete Jorobados”
Película dirigida por Edgar Neville, en el año 1944, y protagonizada por Antonio Casal, Isabel de Pomes y Guillermo Marín. En ella se mezcla la leyenda, lo castizo, el terror…me quedé hipnotizada frente a la televisión y disfruté como una niña con un juguete nuevo (no cuento nada de la película para que os animéis a verla). Comencé a mirar a nuestro actor de otra forma.
Tan diferente era mi mirada que inicié un repaso a sus películas, las mismas a las que siendo más joven no les había prestado la más mínima atención y, que, ahora se encuentran entre mis favoritas: “El hombre que se quiso matar”, “El fantasma y doña Juanita” o “Botón de Ancla” por citar algunas.
También, me he ayudado de “Estudio 1” para llegar a admirarlo y desear haberlo conocido trabajando sobre un escenario, obras como “La bella Dorotea” o la ya famosa “Doce Hombres sin Piedad” han sido claves para conseguirlo.
Recomiendo ver estas películas con ojos actuales, no me gusta decir que hay que verlas con los ojos de su época, porque creo que la única forma de ver, de sentir el mérito que realmente tienen, es entenderlas con nuestra mentalidad, con los avances en las técnicas cinematográficas…realmente, si las miramos así, para mí el mérito es impresionante.
La conclusión a la que, creo, que todos habéis llegado es que, sin duda alguna, me hubiera encantado conocer sobre un escenario a Antonio Casal. He preguntado por él a personas que sí lo hicieron y todos me dicen lo mismo: era muy natural, que sabía estar sobre un escenario...Para mi Antonio Casal ha sido un cómico (en toda la extensión de la palabra) que ha sabido llegar a generaciones posteriores, y que se merece más atención y homenaje del que ha tenido. Por mi parte tiene y tendrá toda mi admiración.
Y vuelvo a repetir que no sé por que pero, de alguna forma, consiguió, valiéndose de los medios en los que yo podía conocer su trabajo, que lo admirase. Y debo reconocer, también, que alguna vez que he montado obras en mi imaginación, lo hago muy a menudo, Antonio Casal jamás me ha faltado a la cita.
jueves, 8 de junio de 2017
DE JOSÉ TAMAYO
En anteriores entradas, he hablado de actrices, actores, escritores y hoy, quiero hablar de un director: José Tamayo
Este director revolucionó la escena española, gracias a él, por ejemplo, la zarzuela llegó a todo el mundo, sus montajes fueron innovadores, del Teatro Fuencarral al mundo.
Yo no conocí esa época, entre otras cosas porque no había nacido, para mí José Tamayo era un gran director, me parecía fresco, me gustaba. Fue tras su muerte, en 2003, cuando realmente pude conocer su importancia. Entre muchas cosas fundó el Teatro Bellas Artes, y,fue, precisamente en este teatro donde vi por primera vez uno de sus montajes en 1994: Calígula de Albert Camus.
Explicar esta obra es complicado, si hiciésemos un resumen rápido sería algo así como: tras la muerte de su hermana y amante, el emperador se vuelve loco, maltrata de forma brutal a todos sus súbditos, y estos una vez hartos lo asesinan. Pero esto es simplificarla mucho.
En esta obra, donde un emperador dulce y bueno se convierte en un déspota sanguinario, vemos reflejado el poder sin límite, usado de forma horrible, para encontrar una libertad mal entendida. Caligula se siente por encima de los dioses ya que no hay nada que no pueda hacer, llega a matar al hijo de uno de sus consejeros o al padre de quién es su mejor amigo. Albert Camus dijo de su personaje que “negaba a los hombres”, es cierto, pero esa negativa le lleva a no alcanzar nunca lo que busca, ya que en muchas ocasiones lo que buscamos está en los demás, por ejemplo la amistad, aunque a veces tenga que partir de nosotros mismos. Finalmente Calígula acepta morir porque entiende que nunca alcanzará la felicidad o la libertad.
En la versión que yo pude ver, Calígula era interpretado por Luis Merlo. Llegas realmente a odiar al personaje, pero a la vez consigue que entiendas sus sentimientos.
Otro de los actores que me llamó la atención fue Pedro Mª Sánchez, que interpreta a Quereas, un personaje que con su inteligencia supera el odio.
La última escena donde es asesinado y aun así grita antes de morir que aún está vivo, es bastante impactante. Calígula muere sin conseguir lo que tanto ansiaba: conseguirlo todo y ser libre
En mi opinión José Tamayo mimo a los personajes en su montaje, algo que en en esta obra es esencial. Son ellos, los que nos permiten entender el deseo de libertad lleno de odio a la humanidad.
Consiguió Tamayo, por medio del vestuario, de la música (de García Abril) de la dirección de los, por otro lado maravillosos, actores y actrices, sacar a la pieza de Albert Camus todo su valor. Sin duda es una de las obras más importantes del siglo XX y Tamayo supo mostrárnosla con toda su intensidad.
Con estas líneas me gustaría rendir, mi mas sincero homenaje, a un director que supo ir más allá y llevarnos con él, a todos los que pudimos acompañarlo a través de sus montajes o mejor dicho Bellas Artes.
Este director revolucionó la escena española, gracias a él, por ejemplo, la zarzuela llegó a todo el mundo, sus montajes fueron innovadores, del Teatro Fuencarral al mundo.
Yo no conocí esa época, entre otras cosas porque no había nacido, para mí José Tamayo era un gran director, me parecía fresco, me gustaba. Fue tras su muerte, en 2003, cuando realmente pude conocer su importancia. Entre muchas cosas fundó el Teatro Bellas Artes, y,fue, precisamente en este teatro donde vi por primera vez uno de sus montajes en 1994: Calígula de Albert Camus.
Explicar esta obra es complicado, si hiciésemos un resumen rápido sería algo así como: tras la muerte de su hermana y amante, el emperador se vuelve loco, maltrata de forma brutal a todos sus súbditos, y estos una vez hartos lo asesinan. Pero esto es simplificarla mucho.
En esta obra, donde un emperador dulce y bueno se convierte en un déspota sanguinario, vemos reflejado el poder sin límite, usado de forma horrible, para encontrar una libertad mal entendida. Caligula se siente por encima de los dioses ya que no hay nada que no pueda hacer, llega a matar al hijo de uno de sus consejeros o al padre de quién es su mejor amigo. Albert Camus dijo de su personaje que “negaba a los hombres”, es cierto, pero esa negativa le lleva a no alcanzar nunca lo que busca, ya que en muchas ocasiones lo que buscamos está en los demás, por ejemplo la amistad, aunque a veces tenga que partir de nosotros mismos. Finalmente Calígula acepta morir porque entiende que nunca alcanzará la felicidad o la libertad.
En la versión que yo pude ver, Calígula era interpretado por Luis Merlo. Llegas realmente a odiar al personaje, pero a la vez consigue que entiendas sus sentimientos.
Otro de los actores que me llamó la atención fue Pedro Mª Sánchez, que interpreta a Quereas, un personaje que con su inteligencia supera el odio.
La última escena donde es asesinado y aun así grita antes de morir que aún está vivo, es bastante impactante. Calígula muere sin conseguir lo que tanto ansiaba: conseguirlo todo y ser libre
En mi opinión José Tamayo mimo a los personajes en su montaje, algo que en en esta obra es esencial. Son ellos, los que nos permiten entender el deseo de libertad lleno de odio a la humanidad.
Consiguió Tamayo, por medio del vestuario, de la música (de García Abril) de la dirección de los, por otro lado maravillosos, actores y actrices, sacar a la pieza de Albert Camus todo su valor. Sin duda es una de las obras más importantes del siglo XX y Tamayo supo mostrárnosla con toda su intensidad.
Con estas líneas me gustaría rendir, mi mas sincero homenaje, a un director que supo ir más allá y llevarnos con él, a todos los que pudimos acompañarlo a través de sus montajes o mejor dicho Bellas Artes.
sábado, 3 de junio de 2017
DE UN MARIDO DE IDA Y VUELTA
Cuando alguien me pregunta: ¿dime una obra a la que tengas especial cariño porque te lo pasaste genial?
Contesto: hay muchas
El preguntón: pero elige una
Yo: Un marido de ida y vuelta de Enrique Jardiel Poncela
De verdad que tengo muchas en mi mente, y con muchas he disfrutado pero la mencionada es especial. Nos encontramos con un humor ilógico, intelectual, que parte de unos absurdos rompedores (recomiendo leer también "Eloísa está debajo de un Almendro", con ella descubrí la mezcla de lo absurdo con la risa en estado puro) es pura magia.
Foto del Centro de Documentación Teatral |
El argumento: Pepe muere en una fiesta de disfraces, vestido de torero, antes de morir le pide al atractivo Paco Yepes que no se case con su mujer, Leticia. Paco no lo cumple y se casa con ella. El marido se aparece, vestido de torero, de inicio sólo a Paco Yepes y luego a todos. Habla con Leticia que le promete a Pepe que vivirá sola y que se reunirán tras su muerte. Poco después, discute con Paco Yepes y saliendo de la casa es atropellada y muere, reuniéndose con su amor.
Dicho así parece simple, y habrá quien diga que el argumento se asemeja a un "Espíritu burlón" de Noel Coward, pues, aviso a navegantes, Noel la escribió un par de años después.
La obra es fresca, ingeniosa, con escenas memorables como cuando Paco Yepes (segundo marido) intenta leer un poema a Leticia, y el fantasma se lo impide de forma magistral.
Quizás influya también en mi recuerdo que, cuando la vi, en 1985 en el teatro Maravillas, lo hice de la mano de tres maravillosos intérpretes: Amparo Baró que es una dama del teatro, Jesús Puente (el marido torero) del que poco se puede a decir porque todo el mundo lo conoce y Joaquín Kremel como Paco (segundo marido) en esta obra fue donde lo descubrí, inmenso.
Podría añadir mucho más sobre Jardiel, pero sólo diré una cosa, háganse un favor y ponga un Jardiel en su vida, léanlo nunca se arrepentirán.
domingo, 28 de mayo de 2017
DE ALEJANDRO CASONA Y GARCIA LORCA
Cuando mi pasión por el teatro aún no estaba tan definida fui a ver, interpretada por un grupo de aficionados, " La barca sin pescador" de Alejandro Casona.
La verdad fue que salí bastante desencantada. No sé si fue la obra, el montaje...
Después hablándolo con mi tía Catalina, (que estudió teatro infantil con los grandes: Francisco Nieva, García Pavón, Carlos Aladro, Ricardo Domenech que le explicó Teoría del teatro y al que recuerda con especial cariño, Maruja López de improvisación y Manuel Dicenta que le enseñó a decir el verso) me dijo que es muy importante saber el potencial que tienes para elegir la obra a interpretar porque es posible que si no la quemes y también a los intérpretes y a los espectadores. Como siempre llevaba razón.
Pasados algunos años, más concretamente en 1986, fui a ver "Los árboles mueren de pie" del mismo autor. La obra tiene una temática aparentemente sencilla: dos ancianos que esperan la llegada de su nieto, el barco sufre un accidente y el anciano contrata a dos personas (que tienen una agencia para hacer felices a las personas) para que se hagan pasar por su nieto y su esposa. La anciana es feliz hasta que aparece el nieto verdadero, que no es precisamente un angelito. La abuela se enfrenta a él y lo echa de casa. Y como los árboles, aguanta de pie, aunque esté muerta por dentro, para que la pareja que le ha ayudado se marchen pensando que todo está bien.
La interpretación fue muy buena, repetí con Teofilo Calle como el anciano. El montaje sobrio pero adecuado.
Pero lo que realmente conseguí fue conocer mejor al autor. Encontré un Alejandro Casona poético que me recordó a García Lorca, pero con una diferencia: en Casona, conocemos momentos de las personas duros, tristes, pero quienes se enfrentan a estas situaciones quieren sobrevivir; aunque sea rotos (como la anciana de esta obra) continúan adelante, la mayoría de las veces lo hacen por los demás, pero avanzan.
En García Lorca, hay personajes valientes, que se quieren enfrentar a situaciones injustas. Un ejemplo muy claro lo vemos en "La Casa de Bernarda Alba" donde Adela no quiere aceptar la situación, porque no es justo lo que su madre, por las apariencias, hace con ella y sus hermanas, y lo que ello les hace sentir. Pero prefiere suicidarse para escapar en lugar de enfrentarse y vivir.
En ambos casos los personajes quieren que su entorno cambie, pero uno cierra los ojos e intenta avanzar y el otro huye, simplemente, cerrando los ojos para siempre.
Gracias a un buen montaje pude conocer a un gran autor. Mi tía llevaba razón y la visión que tenía de Alejandro Casona, pasó a ser la que se merecía.
La foto es del Centro de Documentación Teatral
La verdad fue que salí bastante desencantada. No sé si fue la obra, el montaje...
Después hablándolo con mi tía Catalina, (que estudió teatro infantil con los grandes: Francisco Nieva, García Pavón, Carlos Aladro, Ricardo Domenech que le explicó Teoría del teatro y al que recuerda con especial cariño, Maruja López de improvisación y Manuel Dicenta que le enseñó a decir el verso) me dijo que es muy importante saber el potencial que tienes para elegir la obra a interpretar porque es posible que si no la quemes y también a los intérpretes y a los espectadores. Como siempre llevaba razón.
Pasados algunos años, más concretamente en 1986, fui a ver "Los árboles mueren de pie" del mismo autor. La obra tiene una temática aparentemente sencilla: dos ancianos que esperan la llegada de su nieto, el barco sufre un accidente y el anciano contrata a dos personas (que tienen una agencia para hacer felices a las personas) para que se hagan pasar por su nieto y su esposa. La anciana es feliz hasta que aparece el nieto verdadero, que no es precisamente un angelito. La abuela se enfrenta a él y lo echa de casa. Y como los árboles, aguanta de pie, aunque esté muerta por dentro, para que la pareja que le ha ayudado se marchen pensando que todo está bien.
La interpretación fue muy buena, repetí con Teofilo Calle como el anciano. El montaje sobrio pero adecuado.
Pero lo que realmente conseguí fue conocer mejor al autor. Encontré un Alejandro Casona poético que me recordó a García Lorca, pero con una diferencia: en Casona, conocemos momentos de las personas duros, tristes, pero quienes se enfrentan a estas situaciones quieren sobrevivir; aunque sea rotos (como la anciana de esta obra) continúan adelante, la mayoría de las veces lo hacen por los demás, pero avanzan.
En García Lorca, hay personajes valientes, que se quieren enfrentar a situaciones injustas. Un ejemplo muy claro lo vemos en "La Casa de Bernarda Alba" donde Adela no quiere aceptar la situación, porque no es justo lo que su madre, por las apariencias, hace con ella y sus hermanas, y lo que ello les hace sentir. Pero prefiere suicidarse para escapar en lugar de enfrentarse y vivir.
En ambos casos los personajes quieren que su entorno cambie, pero uno cierra los ojos e intenta avanzar y el otro huye, simplemente, cerrando los ojos para siempre.
Gracias a un buen montaje pude conocer a un gran autor. Mi tía llevaba razón y la visión que tenía de Alejandro Casona, pasó a ser la que se merecía.
La foto es del Centro de Documentación Teatral
viernes, 26 de mayo de 2017
LOS OCHENTA SON NUESTROS
Cuando creces con series como "Anillos de Oro" o "Segunda Enseñanza" el nombre de Ana Diosdado te es muy familiar.
Así que cuando, al Teatro Montemar de Baeza, llega una obra que se llama "Los ochenta son nuestros" de la mencionada autora, todos los hermanos nos apuntamos para verla. Corría más o menos el año 1988.
Paseando esa tarde, observé dos coches que se paraban en lugar extraño, y de ellos descendían los actores de la obra que esa noche íbamos a ver. Se bajaron derechos a tomar algo fresquito, era una tarde de verano y hacía mucho calor. Tampoco recuerdo que hacía yo con ese calor dando vueltas, pero eso será otra historia.
Sabía que era de mala educación pero me quedé un rato mirando desde lejos, eso sí intentando disimular. No debí hacerlo muy bien porque Luis Merlo me sonrió. Creo que hay nació una admiración sincera, "que tío más majo" pensé y luego me marché a la carrera.
Por la noche vivimos una obra que nos entusiasmo, sobre todo a mi hermana mayor y a mi. Hemos hablado mucho de ella, de como hemos visto crecer y madurar, como profesionales, a los actores que subieron esa noche a las tablas como al propio Luis Merlo, Lidia Bosch, Amparo Larrañaga, Iñaki Miramón...hasta ser los artistas que actualmente llenan los escenarios.
Hace un par de años volvieron a representarla. Eran otros los actores y también nuestras edades pero allí que nos fuimos de nuevo, esta vez acompañadas por mis sobrinas. La vimos con otros ojos, con los de dos personas que ya habían madurado, pero que recordaban con cariño la obra, los conflictos que Ana Diosdado trataba en ella nos pillaban un poco lejos, pero nos tocó los recuerdos del corazón.
Por otro lado la admiración por Luis Merlo nació la noche que lo vi en las tablas del Montemar. Esa fue la primera vez que interpretó "para mí" pero no fué la última. Han existido muchas más oportunidades, de las que hablaré, pero digamos que "la última", y estoy segura que tampoco lo será, es "El test" de Jordi Vallejo.
No quiero destriparlo, así que sólo diré que si estáis con amigos no propongáis juegos si no estáis dispuestos a llegar hasta el final y a veces aún queriendo es mejor no proponer. Y añado que no os la perdáis, los cuatro Luis Merlo, Antonio Molero, Maru Valdivieso e Itziar Atienza están geniales. Sales feliz e intentando contestar el test
PD: gracias Luis por tu amabilidad y sigues siendo un tío muy majo
lunes, 22 de mayo de 2017
EL TRAGALUZ
Cuando hablé de "El concierto de San Ovidio", ya dije que Buero Vallejo se convirtió en mi autor de cabecera, por lo que he ido a ver varias obras.
En 1997 visité el teatro Maravillas para disfrutar de "El tragaluz", que protagonizaban Juan Gea y Juan Ribó, entre otros.
En esta obra hay un personaje que nunca aparece, que sólo se nombra, pero sin él, no hubieran podido existir el resto: el de la hija fallecida por el hambre. Ella es el centro de las culpas, remordimientos y no vivir del resto de los personajes.
Dos hermanos, el mayor un triunfador, el menor viviendo con una madre, que simula alegría aunque su corazón esté partido y un padre, demenciado, que sólo piensa en trenes. Todos presididos por un tragaluz, que representa en ocasiones la vida y otras el tren.
¿Qué sucedió en el tren?, buena pregunta. Toda la familia intenta huir hacía otro lugar, estamos en la guerra civil, pero sólo uno sube al tren, el hermano mayor, y lo hace con la poca comida que tienen. Su hermana, un bebé, morirá de hambre por ese motivo.
Existe también, una historia de amor y desamor de los dos hermanos con una mujer, que, finalmente se quedará con el pequeño aunque está embarazada del mayor.
Pero, si hubo una escena, que me estremeció, fue la del hermano mayor confesando a su padre, que huyó con la comida y que sólo pensó en él, que no le importó nada más.
Esta escena que protagoniza Juan Gea, que interpreta al huido en el tren y Teofilo Calle, su padre, me pusieron la carne de gallina.
Había leído "El tragaluz" e imaginado, muchas veces, la escena pero verla fue...escalofriante.
Esa necesidad de confesar un pecado, a pesar de que no te entiendan...Juan Gea lo bordó. Trasmitió la culpa de forma magistral, la necesidad de que su padre le perdonase...Aunque eso no sucede, ya que su padre lo mata, no lo perdona. Teofilo Calle como el padre que logra retornar de su locura para comprender y no perdonar...Buf!
Siempre que hable de Buero, hablaré de drama, de la búsqueda que el hombre hace de su camino, de sentimientos... de Buero Vallejo.
En 1997 visité el teatro Maravillas para disfrutar de "El tragaluz", que protagonizaban Juan Gea y Juan Ribó, entre otros.
En esta obra hay un personaje que nunca aparece, que sólo se nombra, pero sin él, no hubieran podido existir el resto: el de la hija fallecida por el hambre. Ella es el centro de las culpas, remordimientos y no vivir del resto de los personajes.
Dos hermanos, el mayor un triunfador, el menor viviendo con una madre, que simula alegría aunque su corazón esté partido y un padre, demenciado, que sólo piensa en trenes. Todos presididos por un tragaluz, que representa en ocasiones la vida y otras el tren.
¿Qué sucedió en el tren?, buena pregunta. Toda la familia intenta huir hacía otro lugar, estamos en la guerra civil, pero sólo uno sube al tren, el hermano mayor, y lo hace con la poca comida que tienen. Su hermana, un bebé, morirá de hambre por ese motivo.
Existe también, una historia de amor y desamor de los dos hermanos con una mujer, que, finalmente se quedará con el pequeño aunque está embarazada del mayor.
Pero, si hubo una escena, que me estremeció, fue la del hermano mayor confesando a su padre, que huyó con la comida y que sólo pensó en él, que no le importó nada más.
Esta escena que protagoniza Juan Gea, que interpreta al huido en el tren y Teofilo Calle, su padre, me pusieron la carne de gallina.
Había leído "El tragaluz" e imaginado, muchas veces, la escena pero verla fue...escalofriante.
Esa necesidad de confesar un pecado, a pesar de que no te entiendan...Juan Gea lo bordó. Trasmitió la culpa de forma magistral, la necesidad de que su padre le perdonase...Aunque eso no sucede, ya que su padre lo mata, no lo perdona. Teofilo Calle como el padre que logra retornar de su locura para comprender y no perdonar...Buf!
Siempre que hable de Buero, hablaré de drama, de la búsqueda que el hombre hace de su camino, de sentimientos... de Buero Vallejo.
jueves, 18 de mayo de 2017
EL ALCALDE DE ZALAMEA 1988-EL ALCALDE DE ZALAMEA 2015
Bien sigamos con más obras.
En 1988 fui a ver un clásico: "El alcalde de Zalamea". Tengo que decir, que cuando comencé a ver teatro clásico me quejé bastante: "no voy a entender nada, hablan diferente..." mi tía Catalina me decía "eso será el primer minuto, luego el oído se hace" ¡oye, que llevaba razón!
Pues, a ver la obra que fuimos al teatro de la Comedia.
Casi todos conocemos la historia: un capitán secuestra y ultraja a la hija de Pedro Crespo. Éste suplica que se case con ella y ante su negativa, cuando Pedro es elegido alcalde, juzga y manda matar al capitán. Cuando el rey Felipe (segundo, no nos equivoquemos) se entera, ratifica la condena y lo nombra alcalde perpetuo.
El montaje fue sencillo, lo que nos invitaba a centrarnos más en los personajes, en la historia que se narraba. Historia que no está tan alejada de nosotros como quisiéramos pensar, hay sentimientos que tendremos en el XVII y en el XXI, defender el honor humano.
Foto del Centro de Documentación Teatral |
Jesús Puente fue un Pedro Crespo de diez, llegaba con facilidad al dolor que ese padre tenía por su hija, por esa burla y humillación.
Juan Gea fue un Capitán duro y burlón con los sentimientos del padre. Realmente consiguió que no sintiéramos pena por su ajusticiamiento.
Y así todos los actores y actrices en sus personajes.
El aplauso fue muy merecido
Se dirimía lo mismo la justicia dentro de una injusticia.
He de decir que el teatro estaba recién reformado y por lo tanto se podía hacer, desde un punto de vista escenográfico, lo que se quisiera, quedó formidable la reforma.
Fue una adaptación diferente, donde Carmelo Gómez como Pedro Crespo me encantó. Tenía una fuerza brutal y a la vez ternura. El verso lo recitaba como pocos en estos últimos años.
En resumen, vi dos veces "El alcalde de Zalamea" pero curiosamente a un solo Calderón de la Barca y eso creo que es la mejor crítica ¿o no?
domingo, 14 de mayo de 2017
DE INTÉRPRETES ARGENTINOS
Hay una película de un joven Fernando Fernán Gómez de la que sólo recuerdo un detalle. El era un chico que se va a casar, y pasa por muchos trabajos y todos, en opinión de sus compañeros y jefes, los hace bien. La explicación que dan es muy sencilla: cómo no la va hacer bien ¡si es abogado!
Bueno, pues algo parecido me pasa a mi con los actores/actrices argentinos.
Su naturalidad, su fuerza...me dejan con la boca abierta.
El primer actor argentino que tengo en mente, y creo que eso es algo que nos pasa a muchos, es Héctor Alterio, en televisión y en cine lo había visto, pero en teatro lo pude ver, por primera vez, en 2009, junto a otro grande, José Sacristán en el teatro Fernando Fernán Gómez. La obra "Dos menos" de Samuel Benchetrit. Nos llevaron de su mano por diferentes sentimientos, la necesidad de dos moribundos de ahondar en los sueños y afectos del hombre.
Al principio, pensaba que era característica sólo de este actor, pero para mi sorpresa cuando he vuelto a ver interpretes argentinos he sentido lo mismo.
En el "Diario de Adán y Eva" Miguel Ángel Solá no es que se salga, es que lo que te hace sentir es difícilmente explicable. El texto es maravilloso pero él lo hace sublime. Los sentimientos iban al escenario y volvían multiplicados. Añado que Blanca Oteyza no se quedó atrás y que hicieron una pareja perfecta.
Otro ejemplo, porque la primera vez que lo vi sobre un escenario me enamoró, es Daniel Freire. Fue viendo la obra "Bent" y verle interpretar con esa naturalidad, con esa fuerza...tenía la sensación de que sólo lo hacía para mí. Hace lo difícil tan sencillo, que cada interpretación que le ves es única.
Por supuesto hay muchos más como Ricardo Darín, Federico Luppi o la actriz Norma Aleandro, en todos y cada uno de ellos he podido ver algo que tienen de forma natural, quizás lo dé la tierra, no lo sé, pero su fuerza, su saber llegar...Lo he visto pocas veces.
miércoles, 10 de mayo de 2017
12 HOMBRES SIN PIEDAD O ¿12 MUJERES?
Ya he hablado de Estudio 1, lugar donde, en la televisión, se vivía el teatro.
En 1973 emitieron "12 hombres sin piedad" dirigida por Gustavo Pérez Puig. En ese año yo no sabía ni donde tenía las manos, así que la disfrute pasado bastante tiempo.
La historia es sencilla 12 hombres han de llegar a un veredicto de inocente o culpable, la culpabilidad significa la pena de muerte (transcurre en Estados Unidos)
Cada uno de esos hombres, que siempre serán números, se enfrenta a la situación, no necesariamente desde los hechos, en su mayoría lo hacen desde sus sentimientos.
Los actores que lo interpretaron fueron, en orden numérico del 1 al 12: Jesús Puente, Pedro Osinaga, José Bodalo, Luis Prendes, Manuel Alexandre, Antonio Casal, Sancho Gracia, Carlos Lemos, José María Rodero, Ismael Merlo, Fernando Delgado y Rafael Alonso. Lo mejor del momento.
El enfrentamiento entre Bodalo y Rodero, desde sus personajes, para mí fue emocionante.
En el año 2001 pude ver la obra en el teatro Fígaro de Madrid. Fui con mucha ilusión, el texto me encantaba y la posibilidad de volver a ver a Fernando Delgado en ella, me llevaba feliz. Además, tenía un difícil reto, ser el jurado número tres, el que José Bodalo dejó muy alto con su interpretación, y Fernando consiguió mirarlo a los ojos con tranquilidad. Actores diferentes, actuaciones diferentes pero, en mi, consiguieron la misma emoción.
Pero me van a permitir hacer, como dicen en el teatro, un ejercicio de improvisación, o mejor dicho de dirección. Voy a crear "12 mujeres sin piedad"
Con su permiso citaré a las 12 que me gustarían, si eso fuese posible, que se pusiesen a mis órdenes.
Jurado 1 Natalia Millán
Jurado 2 Luisa Martín
Jurado 3 Irene Gutiérrez Caba
Jurado 4 Anabel Alonso
Jurado 5 Aura Garrido
Jurado 6 Adriana Ozores
Jurado 7 Blanca Portillo
Jurado 8 Julia Gutiérrez Caba
Jurado 9 Amparo Baró
Jurado 10 María Casal
Jurado 11Silvia Marsó
Jurado 12 Verónica Forque
Si alguno que lea esta entrada tiene una idea diferente, a esta 12 maravillosas actrices, estaré encantada de que me lo indiquen y me hagan otras proposiciones, mientras, pensaré en el placer que sería poder dirigirlas. Ya se que alguna de ellas nos han dejado, nos han dejado solos en este mundo del teatro. Pero afortunadamente, eso no impide que el ejercicio de improvisación que en mi cabeza yo realizo me haga feliz y que allí, todas vivan junto a mi admiración.
Y si alguien se anima a intentarlo verá que son 12 grandes interpretaciones y disfrutará tanto como con la original.
No es locura, es improvisación e imaginación
En 1973 emitieron "12 hombres sin piedad" dirigida por Gustavo Pérez Puig. En ese año yo no sabía ni donde tenía las manos, así que la disfrute pasado bastante tiempo.
La historia es sencilla 12 hombres han de llegar a un veredicto de inocente o culpable, la culpabilidad significa la pena de muerte (transcurre en Estados Unidos)
Cada uno de esos hombres, que siempre serán números, se enfrenta a la situación, no necesariamente desde los hechos, en su mayoría lo hacen desde sus sentimientos.
Los actores que lo interpretaron fueron, en orden numérico del 1 al 12: Jesús Puente, Pedro Osinaga, José Bodalo, Luis Prendes, Manuel Alexandre, Antonio Casal, Sancho Gracia, Carlos Lemos, José María Rodero, Ismael Merlo, Fernando Delgado y Rafael Alonso. Lo mejor del momento.
El enfrentamiento entre Bodalo y Rodero, desde sus personajes, para mí fue emocionante.
En el año 2001 pude ver la obra en el teatro Fígaro de Madrid. Fui con mucha ilusión, el texto me encantaba y la posibilidad de volver a ver a Fernando Delgado en ella, me llevaba feliz. Además, tenía un difícil reto, ser el jurado número tres, el que José Bodalo dejó muy alto con su interpretación, y Fernando consiguió mirarlo a los ojos con tranquilidad. Actores diferentes, actuaciones diferentes pero, en mi, consiguieron la misma emoción.
Pero me van a permitir hacer, como dicen en el teatro, un ejercicio de improvisación, o mejor dicho de dirección. Voy a crear "12 mujeres sin piedad"
Con su permiso citaré a las 12 que me gustarían, si eso fuese posible, que se pusiesen a mis órdenes.
Jurado 1 Natalia Millán
Jurado 2 Luisa Martín
Jurado 3 Irene Gutiérrez Caba
Jurado 4 Anabel Alonso
Jurado 5 Aura Garrido
Jurado 6 Adriana Ozores
Jurado 7 Blanca Portillo
Jurado 8 Julia Gutiérrez Caba
Jurado 9 Amparo Baró
Jurado 10 María Casal
Jurado 11Silvia Marsó
Jurado 12 Verónica Forque
Si alguno que lea esta entrada tiene una idea diferente, a esta 12 maravillosas actrices, estaré encantada de que me lo indiquen y me hagan otras proposiciones, mientras, pensaré en el placer que sería poder dirigirlas. Ya se que alguna de ellas nos han dejado, nos han dejado solos en este mundo del teatro. Pero afortunadamente, eso no impide que el ejercicio de improvisación que en mi cabeza yo realizo me haga feliz y que allí, todas vivan junto a mi admiración.
Y si alguien se anima a intentarlo verá que son 12 grandes interpretaciones y disfrutará tanto como con la original.
No es locura, es improvisación e imaginación
domingo, 7 de mayo de 2017
DE MAMMA MIA! Y LA JAULA DE GRILLOS
Hoy es el día de la madre así que en su homenaje vamos a cambiar de siglo, nos encontramos en 2005, en el centro de Madrid más exactamente el teatro Lope de Vega. Estaba a punto de entrar a ver "¡Mamma mía!"
Tengo que reconocer que no iba muy animada, me habían dicho que fuera, que iba a disfrutar pero aún así...
Conocía el grupo ABBA como mucha gente, crecí con sus canciones, una de mis hermanas siempre destrozó con mucha elegancia"Chiquitita", por lo que la parte musical la tenía al menos conocida, pero aún así...
Cuando apagaron las luces yo seguía...Cuando las encendieron yo estaba cantando y volando por el teatro, bueno yo y todo el que estaba alli.
Nina, Alberto Vázquez, Marta Valverde, Bruno Squarcia...Consiguieron, lo que yo pensé no era posible, que me lo pasase genial y saliese queriendo repetir.
Por cierto "Mamma mía!" ha vuelto al teatro Coliseum con Nina así que corred a verlo, a repetir o a disfrutar por primera vez.
He visto posteriormente más musicales, casi todos de la voz de Alberto Vázquez y he disfrutado de cada uno de ellos.
El último ha sido "La Jaula de Grillos" en el Teatro Amaya de Madrid, desgraciadamente ya terminaron pero en breve comienzan una gira, así que no os lo perdáis si van a vuestras ciudades.
Todos conocemos el argumento, todos, o casi todos, hemos visto la película u otra versión. Pero lo que la dirección de José Sáiz consigue es que, los que habitamos las bútacas, nos sintamos parte del Cabaret, echan abajo la cuarta pared con sus interacciones y ayudados con las risas del público.
También nos emocionamos, las risas se tornan en emoción, cuando Alberto Vázquez canta "Soy como soy", en ese momento las butacas quedan en silencio y ante la última nota, cantada e interpretada de formal magistral, rompen aplaudir, pero el aplauso es diferente, va acompañado con un sentimiento que existe en la piel.
En todos los musicales que he podido ver, escuchar y sentir a Alberto Vázquez ha logrado romper un esteriotipo que yo tenía: quien es cantante no puede ser buen actor y viceversa. Idea quizás creada por las películas que muchos cantantes hicieron y yo vi de niña.
Pues bien, en todos y cada cada uno de ellos Alberto Vázquez me ha demostrado que, quien es artista, lo es, haciendo lo que se proponga. Y en La Jaula hace un máster.
Lo dicho, "La Jaula de Grillos" es una explosión de alegría, bañada con ternura, y que te alegra el día si lo tienes malo y si lo tienes bueno...Pues aún mejor
PD: añado, que a todos los que os gusta Eurovisión, Alberto Vázquez acaba de sacar un CD "Recordando Eurovisión" donde versiona 11 canciones que te hace pensar en momentos vividos cuando sonaban. Si quereis oir un adelanto pinchar más abajo
https://youtu.be/JMpJGxNYNIg
Tengo que reconocer que no iba muy animada, me habían dicho que fuera, que iba a disfrutar pero aún así...
Conocía el grupo ABBA como mucha gente, crecí con sus canciones, una de mis hermanas siempre destrozó con mucha elegancia"Chiquitita", por lo que la parte musical la tenía al menos conocida, pero aún así...
Cuando apagaron las luces yo seguía...Cuando las encendieron yo estaba cantando y volando por el teatro, bueno yo y todo el que estaba alli.
Nina, Alberto Vázquez, Marta Valverde, Bruno Squarcia...Consiguieron, lo que yo pensé no era posible, que me lo pasase genial y saliese queriendo repetir.
Por cierto "Mamma mía!" ha vuelto al teatro Coliseum con Nina así que corred a verlo, a repetir o a disfrutar por primera vez.
He visto posteriormente más musicales, casi todos de la voz de Alberto Vázquez y he disfrutado de cada uno de ellos.
El último ha sido "La Jaula de Grillos" en el Teatro Amaya de Madrid, desgraciadamente ya terminaron pero en breve comienzan una gira, así que no os lo perdáis si van a vuestras ciudades.
Todos conocemos el argumento, todos, o casi todos, hemos visto la película u otra versión. Pero lo que la dirección de José Sáiz consigue es que, los que habitamos las bútacas, nos sintamos parte del Cabaret, echan abajo la cuarta pared con sus interacciones y ayudados con las risas del público.
También nos emocionamos, las risas se tornan en emoción, cuando Alberto Vázquez canta "Soy como soy", en ese momento las butacas quedan en silencio y ante la última nota, cantada e interpretada de formal magistral, rompen aplaudir, pero el aplauso es diferente, va acompañado con un sentimiento que existe en la piel.
En todos los musicales que he podido ver, escuchar y sentir a Alberto Vázquez ha logrado romper un esteriotipo que yo tenía: quien es cantante no puede ser buen actor y viceversa. Idea quizás creada por las películas que muchos cantantes hicieron y yo vi de niña.
Pues bien, en todos y cada cada uno de ellos Alberto Vázquez me ha demostrado que, quien es artista, lo es, haciendo lo que se proponga. Y en La Jaula hace un máster.
Lo dicho, "La Jaula de Grillos" es una explosión de alegría, bañada con ternura, y que te alegra el día si lo tienes malo y si lo tienes bueno...Pues aún mejor
PD: añado, que a todos los que os gusta Eurovisión, Alberto Vázquez acaba de sacar un CD "Recordando Eurovisión" donde versiona 11 canciones que te hace pensar en momentos vividos cuando sonaban. Si quereis oir un adelanto pinchar más abajo
https://youtu.be/JMpJGxNYNIg
viernes, 5 de mayo de 2017
EL CONCIERTO DE SAN OVIDIO
Nos vamos a quedar aún en los años ochenta, más concretamente en 1986. En ese año, en el Teatro Español, se representaba "El concierto de San Ovidio" de Antonio Buero Vallejo.
Esta obra es importante para mí por varios motivos. El primero, y soy consciente de que es una mera anécdota pero me marcó en cierta forma, ocurrió fuera de la representación, a la mismas puertas del teatro. Llegamos tarde, unos minutos, y no nos dejaban pasar para no molestar, cosa lógica. Mi tía, que se llama Catalina, con una sonrisa de oreja a oreja, una educación y un respeto extremo habló con la taquillera (reconozco que yo estaba muerta de vergüenza, la edad, el pavo...) Esta, a su vez, llamó a un hombre que tras hablar con Catalina un momento nos dejó entrar y nos sentó al final diciéndome con una sonrisa "sin hacer ruido"
A la salida le pregunté a mi tía si lo conocía y me dijo que no pero que con educación y respeto se podían conseguir, a veces, las cosas y si no era así pues que no pasaba nada. Ese día sólo se quedó en mi mente que conseguimos ver la obra, al cabo de, no muchos años, realmente entendí lo que había aprendido e intento aplicarlo en mi vida.
El segundo fue que por primera vez pude "sentir" una obra trágica. No me asusté, Buero se convirtió en mi autor favorito. En "El concierto de San Ovidio" pude sentir ese desasosiego que siempre acompaña al hombre porque desconoce que es lo que viene hacer a este mundo, siempre hay algo que nos limita, que no nos permite avanzar hacia ese entendimiento, en este caso venía reprentada por la ceguera.
Cuando salimos le dije a Catalina " que nosotros éramos los imperfectos, no los que tenían algún problema físico" No recuerdo si me contestó o no lo que estoy segura es que si pensó que me faltaba un hervor para entender a Buero. Y llevaba toda la razón. Posteriormente he visto y leído sus obras. Y destaco dos, una sólo leída "Palabras en la arena" y otra cuya representación me cautivo "El tragaluz". Es curioso Juan Gea trabajó en la primera que me hizo conocer al autor y en esta última donde lo admiré.
Y eso me lleva al tercer motivo, esa noche sobre el escenario se movieron actores y actrices que en ese momento eran referentes como Manuel Tejada y otros que para mí, y para cualquiera que ame el teatro, lo son actualmente como el mencionado Juan Gea o Carlos Hipólito. De ellos dos prometo hablar más adelante porque me han acompañado muchas tardes de teatro
Las fotos son del Centro de Documentación teatral
Esta obra es importante para mí por varios motivos. El primero, y soy consciente de que es una mera anécdota pero me marcó en cierta forma, ocurrió fuera de la representación, a la mismas puertas del teatro. Llegamos tarde, unos minutos, y no nos dejaban pasar para no molestar, cosa lógica. Mi tía, que se llama Catalina, con una sonrisa de oreja a oreja, una educación y un respeto extremo habló con la taquillera (reconozco que yo estaba muerta de vergüenza, la edad, el pavo...) Esta, a su vez, llamó a un hombre que tras hablar con Catalina un momento nos dejó entrar y nos sentó al final diciéndome con una sonrisa "sin hacer ruido"
A la salida le pregunté a mi tía si lo conocía y me dijo que no pero que con educación y respeto se podían conseguir, a veces, las cosas y si no era así pues que no pasaba nada. Ese día sólo se quedó en mi mente que conseguimos ver la obra, al cabo de, no muchos años, realmente entendí lo que había aprendido e intento aplicarlo en mi vida.
El segundo fue que por primera vez pude "sentir" una obra trágica. No me asusté, Buero se convirtió en mi autor favorito. En "El concierto de San Ovidio" pude sentir ese desasosiego que siempre acompaña al hombre porque desconoce que es lo que viene hacer a este mundo, siempre hay algo que nos limita, que no nos permite avanzar hacia ese entendimiento, en este caso venía reprentada por la ceguera.
Cuando salimos le dije a Catalina " que nosotros éramos los imperfectos, no los que tenían algún problema físico" No recuerdo si me contestó o no lo que estoy segura es que si pensó que me faltaba un hervor para entender a Buero. Y llevaba toda la razón. Posteriormente he visto y leído sus obras. Y destaco dos, una sólo leída "Palabras en la arena" y otra cuya representación me cautivo "El tragaluz". Es curioso Juan Gea trabajó en la primera que me hizo conocer al autor y en esta última donde lo admiré.
Y eso me lleva al tercer motivo, esa noche sobre el escenario se movieron actores y actrices que en ese momento eran referentes como Manuel Tejada y otros que para mí, y para cualquiera que ame el teatro, lo son actualmente como el mencionado Juan Gea o Carlos Hipólito. De ellos dos prometo hablar más adelante porque me han acompañado muchas tardes de teatro
Las fotos son del Centro de Documentación teatral
miércoles, 3 de mayo de 2017
JOSÉ BÓDALO
La primera entrada siempre da un poquito de miedo, no se sabe cual es la mejor forma de arrancar pero en en mi caso creo que la tenía muy clara desde hace muchos años, aun sin saber que esto sería posible y que podría escribirla.
En la época del Estudio 1, no el original porque mis años no son tantos (aunque sean ya algunos pocos), sino en las repeticiones o en los homenajes que muchas tardes del sábado la única cadena del momento (RTVE) daba a actores, actrices, autores, directores...vi una obra de teatro "la señorita de Trevelez" de Carlos Arniches. Para quién no conozca la historia (sin destriparla) diré que es la burla a una mujer por parte de personas que se ríen de sus miedos y sus deseos
Hecho el preámbulo añadiré que el actor homenajeado era, para mi un monstruo de la interpretación, José Bódalo. Su composición, en la obra mencionada, de un personaje patético y digno de burlas y la transformación final, de lo que realmente es, un hombre digno de lastima es como poco magistral.
De Bódalo podríamos dar muchos datos biográficos pero creo que este blog no es para eso, que lo que intento trasmitir es lo que yo sentí viéndolo en primer término en la televisión y posteriormente en el teatro, aunque desgraciadamente no tuve todas las oportunidades que hubiese querido por su pronto fallecimiento.
Ver interpretar a José Bódalo cualquier papel era ver la naturalidad andando por el escenario, rara vez he podido sentir como un actor traspasaba baterías y se sentaba junto a mi en la butaca y me llevaba de la mano al escenario. Y lo que es aun más extraño traspasaba la pantalla para hacer exactamente lo mismo. La primera vez que tuve la oportunidad de verlo fue en 1983 en "Tres sombreros de Copa" de Miguel Mihura, y aunque había grandes interpretes sobre el escenario, mi corazón se quedo junto a él.
Quizás a algunos les parezca exagerado, a esos les invito a entrar en la web de RTVE y buscar su nombre en las obras de Estudio 1, sino sienten lo mismo que yo desde el minuto uno, les prometo, les devuelvo su dinero o su tiempo si eso es posible.
En la época del Estudio 1, no el original porque mis años no son tantos (aunque sean ya algunos pocos), sino en las repeticiones o en los homenajes que muchas tardes del sábado la única cadena del momento (RTVE) daba a actores, actrices, autores, directores...vi una obra de teatro "la señorita de Trevelez" de Carlos Arniches. Para quién no conozca la historia (sin destriparla) diré que es la burla a una mujer por parte de personas que se ríen de sus miedos y sus deseos
Hecho el preámbulo añadiré que el actor homenajeado era, para mi un monstruo de la interpretación, José Bódalo. Su composición, en la obra mencionada, de un personaje patético y digno de burlas y la transformación final, de lo que realmente es, un hombre digno de lastima es como poco magistral.
De Bódalo podríamos dar muchos datos biográficos pero creo que este blog no es para eso, que lo que intento trasmitir es lo que yo sentí viéndolo en primer término en la televisión y posteriormente en el teatro, aunque desgraciadamente no tuve todas las oportunidades que hubiese querido por su pronto fallecimiento.
Ver interpretar a José Bódalo cualquier papel era ver la naturalidad andando por el escenario, rara vez he podido sentir como un actor traspasaba baterías y se sentaba junto a mi en la butaca y me llevaba de la mano al escenario. Y lo que es aun más extraño traspasaba la pantalla para hacer exactamente lo mismo. La primera vez que tuve la oportunidad de verlo fue en 1983 en "Tres sombreros de Copa" de Miguel Mihura, y aunque había grandes interpretes sobre el escenario, mi corazón se quedo junto a él.
Quizás a algunos les parezca exagerado, a esos les invito a entrar en la web de RTVE y buscar su nombre en las obras de Estudio 1, sino sienten lo mismo que yo desde el minuto uno, les prometo, les devuelvo su dinero o su tiempo si eso es posible.
DECLARACIÓN DE INTENCIONES (TODAS BUENAS)
Lo que quiero conseguir con este blog es algo muy sencillo, mi vida está muy relacionada con el teatro. He crecido viendo obras de todo tipo, y creo que envejeceré de la misma forma.
La primera obra, que puedo llamar como tal, que conservo en mi retina fue La Zapatera Prodigiosa de Federíco García Lorca. Mi tía (de la que hablaré más adelante ya que se merece entrada a parte) me llevó casi a la fuerza, yo no quería ir porque me sonaba,quizás por el título, que la obra era para niños, la paciencia de la que hizo gala fue encomiable. Cuando se apagaron las luces me dijo, algo que cada vez que el telón sube y las luces se marchan recuerdo, "déjate llevar por la magia" Eso es lo que he hecho desde entonces dejarme llevar por una magia que sólo he podido encontrar entre las paredes de un teatro.
Me gustaría que me acompañasen en mi caminar de la mano de Talia. En ocasiones iremos hacia delante y otras hacia atrás e incluso en círculos, posiblemente lo único que tengan en común estas obras sea que yo he formado parte de ellas como espectadora, en ocasiones más de una vez.
Encontraremos comedia, vodevil, drama, musicales...de algunos habrá pasado ya algunos (por no decir muchos) años, otros estarán aun en cartel pero os puedo asegurar que todos y cada uno de ellos ya forman parte de mi vida. ARRIBA EL TELÓN
La primera obra, que puedo llamar como tal, que conservo en mi retina fue La Zapatera Prodigiosa de Federíco García Lorca. Mi tía (de la que hablaré más adelante ya que se merece entrada a parte) me llevó casi a la fuerza, yo no quería ir porque me sonaba,quizás por el título, que la obra era para niños, la paciencia de la que hizo gala fue encomiable. Cuando se apagaron las luces me dijo, algo que cada vez que el telón sube y las luces se marchan recuerdo, "déjate llevar por la magia" Eso es lo que he hecho desde entonces dejarme llevar por una magia que sólo he podido encontrar entre las paredes de un teatro.
Me gustaría que me acompañasen en mi caminar de la mano de Talia. En ocasiones iremos hacia delante y otras hacia atrás e incluso en círculos, posiblemente lo único que tengan en común estas obras sea que yo he formado parte de ellas como espectadora, en ocasiones más de una vez.
Encontraremos comedia, vodevil, drama, musicales...de algunos habrá pasado ya algunos (por no decir muchos) años, otros estarán aun en cartel pero os puedo asegurar que todos y cada uno de ellos ya forman parte de mi vida. ARRIBA EL TELÓN
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