sábado, 31 de marzo de 2018

DE PROFESIONES QUE CONFORMAN EL TEATRO

El día 27 de marzo fue el día mundial del teatro. Todos los que lo amamos nos felicitamos, tanto los que trabajan en ello como los que somos espectadores, todos necesarios para desarrollar el noble arte de la escena.

Pero ¿Somos conscientes de la gran cantidad de personas que hay detrás de una obra? Por supuesto los actores, actrices y el director están muy claros, e incluso el escenógrafo pero os aseguro que hay muchos más. A ellos les quiero dedicar esta entrada.

Empezamos con el productor/a. A ellos se les debe que podamos ver las funciones ¿Por qué? Muy sencillo suelen ser los que se encargan de supervisar todo, desde sus inicios, elegir el texto por ejemplo, continuando con la obtención del dinero (cosa importante), elección del director...coordina las actividades necesarias con el aspecto financiero. En la actualidad, tal y como están las cosas, son personas de gran mérito.

Son de admirar también, aquellos que, en los tiempos que corren, ariesgan su dinero siendo dueños de un teatro, sea dicho de paso es una de mis ilusiones en la vida y por ello les admiro y envidio.

Podemos continuar con aquellos que nos atienden cuando entramos, que nos indican nuestros asientos, he podido comprobar el lío que se organiza cuando no se les hace caso y con qué amabilidad han solucionado el problema.

O del que se encarga del equipo técnico, que se sabe la obra tan bien como cualquiera de los que nos hablan desde el escenario, su trabajo es tan parte de la misma como el de ellos. Es por eso que los mismos actores y actrices les agradecen y dedican los aplausos al final de la obra.

O también el que hace que todas las cosas estén preparadas, la botella en su sitio, las copas también, un cuadro...el utillero o utillera atentos a todos los detalles. Que todo el mundo esté seguro de que nada falta es de agradecer sobremanera, esa tranquilidad que da el que todo está en su sitio no tiene precio.



O quién revisa el vestuario peparandolo para que siempre esté listo.

Podría seguir porque están los carpinteros, regidores, iluminadores, limpiadores....pero voy a terminar con una figura que personalmente me encanta, el ayudante del director. Quizás porque tengo la idea romántica, posiblemente de forma falsa, de aquel o aquella que de forma silenciosa aprende de los mejores para ser luego figuras de la dirección o quizás no, pero sabedores de que su trabajo es muy necesario. 

Todos los nombrados, y alguno más que me dejaré sin mala intención, son invisibles a nuestros ojos pero, os puedo asegurar, que hay que darles las gracias porque ellos son parte de la rueda del teatro, parte de los que la hacen girar y logran que nosotros podemos disfrutar.

jueves, 22 de marzo de 2018

DE ¿HACEMOS UN TRIO? ALGO MÁS QUE UN CABARET

Hoy volvemos a retroceder, más o menos,  unos cuatro años, nos encontramos en el 2014, en el Teatro Infanta Isabel.
Esta vez no voy hablar de una obra de teatro al uso, tampoco puedo decir que fuese un cabaret, ni un musical…pero si que fue una delicia, comenzamos con “¿Hacemos un trío? Algo más que un cabaret”

Nos encontramos con un piano y tres actores sobre el escenario, para ser exactos dos mujeres y un hombre.  Y  estas tres personas comienzan a desnudarse emocionalmente ante el espectador, pero no hablo de personajes, son ellos mismos los que a través de anécdotas, canciones, historias que les han ocurrido dentro y fuera de los escenarios, se muestran sin pudor. Nos cuentan, por ejemplo, como se conocieron en el musical "My fair lady" , como han ido caminando por este mundo del espectáculo.  Todo acompañado por una música que está perfectamente elegida, nos encontramos con musicales como Mamma Mia o Cabaret  o temas como "Non, je ne regriette rien”, todos forman, de una manera u otra, parte de la vida de los tres.



Pues esta extraña mezcla da lugar a un espectáculo sentimental, entretenido, divertido, yo tuve la sensación de que cada palabra, cada canción, cada vivencia, era contada sólo para mí.

El director Zenón Recalde consiguió una armonía perfecta.  La  dirección musical de César Belda, repito lo dicho más arriba, perfectamente elegida e interpretada.

La voz en off era la de Juan Gea, actor maravilloso del que ya he hablado en entradas anteriores.

Ahora, finalmente, diré los nombres de los que conformaban el trío: Natalia Millán, Marta Valverde y Alberto Vázquez. La química que había sobre el escenario era brutal, se percibía que se conocen desde hace muchos años, que se respetan y se admiran, y eso es lo que el público notó, o por lo menos yo noté.

En este caso destacar a uno por encima de otro sería totalmente injusto por una sencilla razón, los tres juntos nos emocionaron, los tres juntos hicieron que el tiempo se detuviese y desearamos que no transcuriera, los tres juntos nos propusieron “hacer un trío”, en resumen los tres juntos nos tocaron el alma.

Ojalá alguna vez vuelvan los tres juntos sobre el escenario.

sábado, 17 de marzo de 2018

DE TE HE DEJADO UN POLLO EN EL HORNO

A María Casal todos la conocemos en su faceta de actriz, maravillosa, pero no todos conocen otra faceta, que también realiza de forma brillante: escribe obras de teatro.
"Te he dejado un pollo en el horno" obra de la que voy hablar hoy, es suya. Pero no es la única "Tremendas" y "Lobas" por poner dos ejemplos.
Lo primero que voy a decir es que están de gira y llenando teatros así que por favor id a verlas si queréis pasar un buen rato.
La obra, que es una comedia, se divide en siete monólogos y cuatro obras cortas. Son todos personajes femeninos, personajes diferentes como diferentes somos las mujeres, pero eso no quiere decir que los hombres no puedan ir, es que deben ir. Son parte del mundo del que se habla en la obra, se divertirán también.


Nos encontramos con mujeres buenas, malas, cómicas, mamarrachas, bichos, heroínas,  futuras...todo con un humor rápido que hace que se disfrute del principio a fin.
La multitud de personajes son interpretados por tres actrices: María Casal,  Marisol Rolandi y María José del Valle. Las tres perfectas, divertidas y emocionantes, cada una es un todo dentro de un gran conjunto.
Pues lo dicho "dejen un pollo en el horno" y vayan a verlas, me agradecerán el consejo.

viernes, 9 de marzo de 2018

DE BENT

En esta semana Nacho Guerrero, que es uno de los actores de la obra de la que voy a hablar, la recordó a través de las redes sociales. Asi que hablaré de ella, para ello retrocedemos al año 2005 al nuevo Teatro Alcalá, creo recordar que en la segunda sala.

La obra, Bent escrita por Martin Sherman. El título, hace referencia a la palabra  que utilizaban los ingleses para hablar de forma despectiva de los gays.

En ella se trata un tema menos conocido que la persecución de los judíos por parte de los nazis, la persecución que sufrieron los homosexuales, que incluso fueron tratados con más odio por parte de los carceleros

La obra se divide en dos partes, la primera donde nos encontramos con un Berlín maravilloso, les permite hacer su vida sin tener que preocuparse, es un mundo sino perfecto se le asemeja.
Pero la "Noche de los cristales rotos" lo cambia todo.

En esta parte nos encontramos con música en directo y un espectáculo que nos invita a pensar que es una buena época. Lo que nos hace que la segunda parte sea más dura porque vemos la injusticia que se comete. De un momento a otro pasan de la normalidad a  hacerse una pregunta ¿Por qué nosotros?

En ese punto comienza la segunda parte. Por un lado vemos una historia de amor de dos amantes que huyen para salvar su vida, y que no termina nada bien, pero por el otro lo que vemos es el nacimiento de otra historia de amor en el campo de concentración. La historia entre un gay, que prefiere la estrella de judío al triángulo rosa símbolo que diferenciaba a los gays, el motivo, que será mejor tratado dentro del horror, y un gay reconocido, que no se esconde, nunca lo ha hecho.
Nacho Guerrero y Daniel Freire interpretan, lo que es para mí, la escena de la obra, sus personajes se intercambian palabras que sustituyen al sexo carnal, llegando al orgasmo con la única (y maravillosa) fuerza de la imaginación, sólo con la palabra, en un lugar donde lo único que existe es la maldad y donde, dudo mucho que se le diese valor a la única arma que los detenidos tenían: su imaginación y su palabra. Los dos estuvieron emocionantes.

La directora, Gina Piccirilli, evita en todo momento la simbología nazi para dejar a la obra libre de carga política, para dejar libre la poesía que se desliza por ella.

Lo más triste, es que la sensación de que lo diferente asusta, o que siempre existirán personas que para ser más grandes o creerse más importantes machacarán a los diferentes, aún se tiene, o por lo menos yo la tengo.

Decía Rosa Luxemburgo que había que luchar por un mundo donde seamos socialmente iguales, humanamente diferentes y totalmente libres. Ella hablaba de las mujeres, yo lo aplico a todo el que sea diferente dentro de la sociedad.