martes, 18 de julio de 2017

DE COPENHAGUE

Hoy nos quedaremos en el siglo XXI, más concretamente en 2002, y si ya concretamos del todo, en el teatro que antaño se llamó Centro Cultural de la Villa, ahora Teatro Fernando Fernán Gómez. La primera vez que, con mi tía Catalina y mi hermana más peque, fui al Centro Cultural la fuente que lo rodeaba y que servía de pedestal a Colón, hacía mucho ruido, era imposible hablar. Pero cuando cruzabas las puertas del teatro... era mágico, o en mi ignorancia arquitectónica unida a mi juventud a mi me lo parecía, encontrarte en un silencio total. Ahora eso se ha perdido, seguro que hay quién lo prefiera, pero la última vez que fui, también lo hice con Catalina, creo que ambas lo comentamos con pena, son recuerdos tontos pero que te acompañan para siempre.

Pero mejor vamos a meternos en faena, en el 2002 la obra que vimos representada fue: Copenhague de Michael Frayn, dirigida por Román Calleja, desarrolla un encuentro real, en 1941, entre dos grandes físicos: el alemán Werner Heisenberg que viajó a Copenhague para visitar a su maestro danés Niels Bohr. Lo que en esa reunión se habló es totalmente desconocido, ninguno de los dos comentó nada posteriormente, la única persona presente fue la esposa de Niels Bohr, Margarita. Así que la obra deja la imaginación, del autor, volar para poder conocer lo que conversaron, obviamente en un marco de tensión provocado por la relación de ambos y sus diferentes países durante la Segunda Guerra Mundial.

Pero antes, de la mencionada y lógica tensión, habían sido discípulo y maestro, ambos consiguieron revolucionar la física, pusieron las primeras piedras para las investigaciones atómicas. Y esto es lo que el autor utiliza para dar sentido a una visita, que en el fondo ni los propios protagonistas saben muy bien por qué se produjo, por qué el físico alemán decide ver a su maestro.

Según lo que pudimos ver sobre el escenario, Werner Heisenberg, que trabajaba en la bomba atómica para los alemanes, realmente visita a su maestro danés porque tiene un importante dilema moral ¿puede un científico trabajar en una investigación sobre cómo se puede utilizar la energía atómica? ¿puede moralmente hacerlo? Ambos son personas que trabajan con la incertidumbre científica, en muchas ocasiones no logran encontrar respuestas a esas dudas que ellos mismos además crean, y eso marca sus vidas también. A veces, no son capaces de bajar de sus teorías a la realidad, pero ahí es donde aparece el tercer personaje Margarita, nos muestra y les muestra cuanto de humanos tienen estos dos grandes científicos.

El reproche del matrimonio hacia el alemán es continuo, no se logra llegar a ninguna conclusión real porque, si somos sinceros, cada uno de nosotros tiene su propia teoría, y es difícil que entendamos la del contrario. Lo que si pudimos notar en la piel, conseguido muy bien por el autor e interpretado y dirigido genialmente, es que los reproches que se hacen son con dolor, dolor provocado por al amor y admiración que se tenían, pero una Guerra, que todo lo destruye, también termina con ello.

Los actores, ¿qué puedo decir de tres intérpretes que dieron lo mejor de si mismos? Fernando Delgado fue Niels Bohr lleno de matices, de cariño contenido y de odio demostrado. Juan Gea como Werner Heisenberg estuvo magistral y Sonsoles Benedicto fue el cierre perfecto de un gran triangulo. 
Destacar a uno sobre los demás sería romper la perfección, la armonía sobre el escenario.

Pero quizás la sensación, un poco triste, que tuvimos mientras volviamos a escuchar el sonido de la fuente, fue que Conpehague nos había hablado de una época no muy lejana y que además lo hacía de un tema que siempre habitará entre nosotros: la duda moral ante nuestros avances.

1 comentario:

  1. La verdad por lo que cuentas realmente una obra magistral .gracias por tu buena y acertada explicación.

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