El día 27 de marzo fue el día mundial del teatro. Todos los que lo amamos nos felicitamos, tanto los que trabajan en ello como los que somos espectadores, todos necesarios para desarrollar el noble arte de la escena.
Pero ¿Somos conscientes de la gran cantidad de personas que hay detrás de una obra? Por supuesto los actores, actrices y el director están muy claros, e incluso el escenógrafo pero os aseguro que hay muchos más. A ellos les quiero dedicar esta entrada.
Empezamos con el productor/a. A ellos se les debe que podamos ver las funciones ¿Por qué? Muy sencillo suelen ser los que se encargan de supervisar todo, desde sus inicios, elegir el texto por ejemplo, continuando con la obtención del dinero (cosa importante), elección del director...coordina las actividades necesarias con el aspecto financiero. En la actualidad, tal y como están las cosas, son personas de gran mérito.
Son de admirar también, aquellos que, en los tiempos que corren, ariesgan su dinero siendo dueños de un teatro, sea dicho de paso es una de mis ilusiones en la vida y por ello les admiro y envidio.
Podemos continuar con aquellos que nos atienden cuando entramos, que nos indican nuestros asientos, he podido comprobar el lío que se organiza cuando no se les hace caso y con qué amabilidad han solucionado el problema.
O del que se encarga del equipo técnico, que se sabe la obra tan bien como cualquiera de los que nos hablan desde el escenario, su trabajo es tan parte de la misma como el de ellos. Es por eso que los mismos actores y actrices les agradecen y dedican los aplausos al final de la obra.
O también el que hace que todas las cosas estén preparadas, la botella en su sitio, las copas también, un cuadro...el utillero o utillera atentos a todos los detalles. Que todo el mundo esté seguro de que nada falta es de agradecer sobremanera, esa tranquilidad que da el que todo está en su sitio no tiene precio.
O quién revisa el vestuario peparandolo para que siempre esté listo.
Podría seguir porque están los carpinteros, regidores, iluminadores, limpiadores....pero voy a terminar con una figura que personalmente me encanta, el ayudante del director. Quizás porque tengo la idea romántica, posiblemente de forma falsa, de aquel o aquella que de forma silenciosa aprende de los mejores para ser luego figuras de la dirección o quizás no, pero sabedores de que su trabajo es muy necesario.
Todos los nombrados, y alguno más que me dejaré sin mala intención, son invisibles a nuestros ojos pero, os puedo asegurar, que hay que darles las gracias porque ellos son parte de la rueda del teatro, parte de los que la hacen girar y logran que nosotros podemos disfrutar.
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